Por: Francisco Quintanilla
En documentos anteriores que escribí referidos a las elecciones presidenciales en El Salvador, sostuve y sigo sosteniendo que Nayib Bukele ganaría y ganó las elecciones no por qué fuera el líder que el pueblo salvadoreño necesita para impulsar los cambios antineoliberales que favorezcan radicalmente al pueblo salvadoreño, si no porque los gobiernos que precedieron a estas elecciones presidenciales, hicieron del estado salvadoreño un instrumento no para favorecer al pueblo salvadoreño si no para enriquecerse ellos mismos.
En el caso de los gobiernos de ARENA por su naturaleza oligárquica y burguesa, no se podía esperar que se pusieran a favor de los intereses populares, era como pedirle al árbol de mangos que, de naranjas, es decir, estos gobiernos areneros fueron coherentes con su propia naturaleza: antipopulares desde sus profundidades hasta en sus trivialidades.
En el caso de los gobiernos del FMLN por haberse desprendido de genes histórico-sociales, políticos y militares de un ejército revolucionario, el pueblo esperó como agua de mayo, que sus líderes, de sus acciones, de su estilo de vida y de gobernar emanaran formas de actuar orientadas a combatir y superar la maquinaria neoliberal y que progresivamente fueran sustancialmente favoreciendo a las mayorías populares. Sin embargo, para fiasco del pueblo salvadoreño, los dos gobiernos del FMLN no fueron lo que se esperaba que fueran, llegando a ser charlatanes de la revolución, que combinado palabras de Martín Baró y del Che Guevara, se diría, que fueron revolucionarios de cafetín, que sólo llevaron la revolución en la boca y no en el corazón, en otras palabras, revolucionarios en los gritos y antirrevolucionarios en las acciones.
Los dos gobiernos del FMLN negando su naturaleza, reafirmaron su anti naturaleza: neoliberales y por consecuencia antipopulares.
Después de 30 años de gobiernos areneros y de efemelenistas, el pueblo en su mayoría despertó al menos para darse cuenta que tanto los gobiernos de ARENA como del FMLN habían sido y lamentablemente continúan siendo la misma cosa: antipopulares por excelencia. Este carácter antipopular de ARENA y más dañino del FMLN (por negar su naturaleza), y el descontento que generó en las mayorías del pueblo salvadoreño, facilitó que Nayib Bukele ganará las elecciones presidenciales.
Es un craso error, creer que Bukele ganó estas elecciones porque hizo uso magistral de las redes sociales. Las ganó no por eso, sino, como dije por el descontento de la mayoría del pueblo salvadoreño ante los gobiernos de ARENA y sobre todo ante el fiasco de los gobiernos del FMLN que se habían definido teóricamente como socialistas, marxistas y revolucionarios, no las ganó por su comunicación con el pueblo mediante las redes sociales. En otras palabras, si el FMLN hubiese hecho gobiernos que favorecieran radicalmente al pueblo salvadoreño, aunque Nayib Bukele hubiese hecho uso magistral de las redes sociales, me atrevo a decir, que no hubiese ganado las elecciones presidenciales, más aún, Bukele, seguiría perteneciendo a este partido y no hubiese participado como candidato presidencial bajo la bandera de otro partido político.
Pero, ya ganadas las elecciones por parte de Bukele, valoremos el comportamiento de buena parte del pueblo, que despertó ante los gobiernos nefastos de ARENA y el FMLN. Para hacer esta valoración recurro a reflexionar sobre los conceptos de ídolo, enajenación y ceguera, con el riesgo de obtener reacciones tempestuosas de algunos lectores, sin embargo, es necesario hacerla.
El concepto de ídolo deriva del latín idolum el cual se desprende del vocablo griego eídolon. Este concepto puede utilizarse para nombrar a la representación de una divinidad a la cual se le rinde culto. Un ídolo es una figura o imagen que representa a un ser sobrenatural y al que se le adora y rinde culto como si fuera la divinidad misma.
A lo largo de la historia de la humanidad, el ser humano, las comunidades, los pueblos han tenido en cada momento y en cada lugar una infinidad de ídolos a quienes les han rendido culto y veneración, esperando de ellos, tienda su poder para resolver problemas que los seres humanos y pueblos enteros creen que sobrepasan sus capacidades humanas para resolverlos. Cuando la humanidad y el hombre mismo se siente impotente para resolver por si mismo infinidad de problemas que se le presentan en su vida, en su devenir como ser individual o como especie, surge en el la necesidad de depositar su vida y su destino a más de algún ídolo, cayendo en este sentido en el campo de la enajenación individual o grupal.
La enajenación supone transmitir a alguien el dominio de algo, que puede ser material o no material, es decir, supone, la pérdida del control consciente o inconsciente del producto de la actividad. El sujeto enajenado (individual o grupal), no puede actuar por su propia cuenta, sino que se encuentra dominado por aquello a quien cedió el control del producto de su actividad y muchas veces de su propia vida, de su propio destino.
El sujeto enajenado al entregar el producto de su actividad y como dije anteriormente hasta su propia vida a alguien: organización, partido político, gobierno, persona idolatrada, ya no sólo, no es capaz de construir su propio destino, sino que comienza a volverse progresivamente y en forma acelerada en un sujeto dependiente sordo y ciego. Quien ve y escucha ya no es el sujeto enajenado sino a quien le entrego su vida y su destino: el ídolo.
En épocas milenarias, las personas al crear ídolos y relacionarse con ellos intentaban vincularse con el más allá, sus ídolos estaban relacionados y condicionados por los valores de la cultura mitológica. En la época de la posmodernidad, a diferencia de las épocas milenarias, los ídolos que el ser humano crea en su vida, están vinculados con el más acá y están condicionados con los valores culturales del capitalismo neoliberal. Estos ídolos son o pueden ser materiales con vida o sin vida. Ejemplos de ídolos materiales sin vida: el dinero y la riqueza. Ejemplos de ídolos materiales con vida: deportistas, artistas, cantantes, políticos, etc.
En la calle se observa con frecuencia, por ejemplo, cuando juegan equipos con el Real Madrid o el Barcelona, mucha gente sufriendo o sintiendo una felicidad exuberante si su equipo gana o pierde o si su jugador favorito gana o no un determinado trofeo. Las alegrías o sufrimientos propios de los jugadores hechos ídolos se convierten en alegrías y sufrimientos propios del que le cedió al ídolo su vida y su destino. Cuando alguien se atreve a criticar o cuestionar a su ídolo, esas críticas o cuestionamientos, el que idolatra las asume como propias, proceso que puede llevar a las personas a ofender verbalmente, a pelear o incluso a matar a otros que se atrevieron a cuestionar a su ídolo.
En función de las anteriores valoraciones, se reflexiona a continuación sobre el comportamiento de buena parte del pueblo salvadoreño después de las elecciones presidenciales, sobre todo, sobre su comportamiento ante el actuar del presidente electo y el de sus críticos.
El presidente electo de El Salvador, todavía no ha entrado en funciones, pero, sin embargo, ya comenzó a ser protagonista. Ante este comportamiento protagonista del presidente electo es importante valorar el comportamiento de buena parte de la población salvadoreña.
Es alegría histórica para el mismo pueblo salvadoreño saber o tener conciencia que por fin despertó de un sueño hipnótico que los gobiernos de ARENA y del FMLN le provocaron, para darse cuenta que ya era tiempo de derribarlos del trono en que estaban, pero es de suma preocupación histórica que del sueño hipnótico haya despertado nada más un rato para volver a caer en otro sueño tan peligroso como el anterior. Sueño que se está gestado producto de volver del presidente electo, un ídolo, a quien se le entregué en forma ciega su vida y su destino.
Así como los mayas recurrían a leer las señales ambientales que el fenómeno de las cabañuelas les manifestaban durante los primeros siete días del año, para anticipar como sería el invierno de ese año, también las señales políticas y sociales que el comportamiento del presidente electo y de buena parte de la población salvadoreña en las redes sociales, van indicando (ojala sólo sea una ilusión óptica), que la relación entre presidente de la república y buena parte de la población, va a ser de carácter idolátrica, relación sumamente preocupante para el destino del pueblo salvadoreño.
El comportamiento del presidente electo continua siendo muy mediático, comportamiento que es muy celebrado y aplaudido por buena parte de la población en las redes sociales. Por ejemplo en casos como el pleito legal que había entre Eugenio Chicas y Nayib Bukele, independientemente de que el primero fuera culpable de lo que el segundo le señaló públicamente (que para la opinión publica lo era), veamos la actitud del presidente electo, una actitud de arrogancia queriendo con los cincuenta mil dólares en su mano y puestos sobre una mesa, humillar aún más a Eugenio Chicas, pero que es lo que muestran en las redes sociales buena parte de la población: una satisfacción por la humillación que el presidente electo hizo a Chicas. Ojalá este comportamiento de sufrir o de alegrarse por las acciones de Bukele como si fueran propias no sea la dinámica del pueblo salvadoreño a lo largo de la gestión del nuevo presidente de El Salvador, que, dicho sea de paso, tiene derecho a ser como es, lo grave sería que el pueblo no intente ser lo que debe ser: un colectivo no una masa.
El otro caso es del préstamo millonario para la construcción de un edificio en extremo lujoso, préstamo que todo el pueblo salvadoreño sabe primero que se está pagando con sus impuestos y que es un edificio lujosamente innecesario su construcción. Ahora, ese es un problema que la población deberá cuestionar e impedir que se malgaste su dinero habiendo otras necesidades más fundamentales que el pueblo necesita satisfacer, y esto es inobjetable, pero también es cuestionable, que el comportamiento del presidente electo de azuzar al pueblo recurriendo a una mentira de que la máxima autoridad del Banco Centroamericano de Integración Económica le había confirmado de que si era posible desviar la mitad del préstamo para la construcción de escuelas, bibliotecas, etc., luego se supo que esta máxima autoridad de esta institución, publicaba que dicho desvío de fondos no era posible.
Mucha gente en las redes sociales también aplaudía el comportamiento del presidente electo, aunque estuviera fundamentado en una mentira y otros muchos, justificaban este comportamiento, afirmando que lo que había hecho el presidente electo era lanzar un reactivo para ver como reaccionaban los diputados de la Asamblea Legislativa, esto de hecho es válido, pero no sobre la base de un reactivo fundamentado en la mentira. Pero de nuevo, el pueblo reaccionó como masa y no como colectivo.
El filósofo Antonio Gramsci, distingue entre masa y colectivo. Un pueblo actúa como masa cuando no tiene conciencia de los fines de sus acciones y actúan como ganado en desbandada. Por el contrario, un pueblo que es o se convierte en colectivo actúa conscientemente, sabe cuáles son los fines y los propósitos de sus acciones. El pueblo masa, es un pueblo profundamente enajenado, es decir, que ha perdido el control consciente de su actividad y de sus productos, siendo por tanto por otro (s) controlado, contrario, al pueblo que actúa como colectivo, que, si bien no está absolutamente liberado de la enajenación, posee ciertos grados de libertad que le permiten actuar con conciencia de los fines de sus acciones, no le ha entregado su vida y su conciencia a ídolo alguno.
El pueblo salvadoreño como colectivo debe tener conciencia de por lo menos los siguientes elementos:
a-El plan de nación del presidente electo, no es un plan antineoliberal, es más bien neoliberal, como lo fue el de los gobiernos de ARENA y del FMLN, con algunas diferencias, pero al fin neoliberal.
b-Con su plan el presidente electo y su gabinete, según sus palabras de Dagoberto Gutiérrez, irá encaminado nada más a hacer del estado salvadoreño eficiente, de tal forma que sea más decente, y que lo que prometió se cumpla, por ejemplo, reducir o erradicar la corrupción mejorar el sistema educativo, el sistema de salud y crear la CICIES. En otras palabras, impulsar cambios con apariencia de ser radicales, pero que no pongan en cuestión su carácter neoliberal.
c- El pueblo salvadoreño, debe distinguir entre detractores del gobierno del nuevo presidente y sus críticos constructivos. El pueblo no podrá ser crítico constructivo, si enajena su conciencia, su vida y su destino, haciendo del nuevo presidente un ídolo a quien no se le puede cuestionar. De aquí en adelante, se necesitará más que antes, un pueblo que deje de ser masa para convertirse en un pueblo colectivo, porque de no ser así, el pueblo salvadoreño estará destinado metafóricamente con palabras de Gabriel García Márquez a cien años más de oscuridad y seguirá recibiendo muchas cachetadas más.
d-El pueblo salvadoreño debe tener conciencia que el creador es quien debe dominar a su creación y no su creación a su creador. Si el pueblo idolatra al nuevo presidente como hasta ahora lo ha hecho, no será capaz de seguir teniendo utopías, ideales, esperanzas de que un pueblo salvadoreño aun en las actuales condiciones salvadoreñas y mundiales, continúa siendo no sólo posible, sino que históricamente necesario.
e- Por último, el pueblo salvadoreño debe tener una profunda conciencia, que ningún proyecto neoliberal podrá decir desde sus entrañas, como lo dice con el espíritu revolucionario de José Martí, el gran cantautor cubano de una de las canciones más internacionales La Guantanamera, José Joseito Fernández Diaz: Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar, ya que su razón de ser y de existir es el enriquecimiento geométrico de los más ricos de los ricos del mundo y de este país a costa del empobrecimiento también geométrico de todos lo pobres de este planeta.
12/03/2019
4 comments for “De ídolos, enajenación y ceguera popular”