Definitivamente el problema de ARENA es más de fondo que la simple compra de voluntades. Creer que el problema es externo a ellos para negarse a ver lo que les está sucediendo internamente es un error. Mientras ARENA no revise a fondo sus entrañas continuará en la situación de incontinencia de diputados que a gotas se le salen de sus filas.
Ahora quizá ya sea demasiado tarde de cara a su incidencia legislativa, pues han sido reducidos a la irrelevancia, al perder el arma más importante que tenían: la llave de la mayoría calificada. Pero su situación puede deteriorarse aún más. Ellos mismos se encargan de reconocer que otros diputados están siendo tocados por el “hombre del maletín negro”.
Desde la derrota en las elecciones presidenciales en el año 2009, pareciera que ARENA perdió el rumbo. Al principio parecía lógico y hasta normal, que un partido político que ha permanecido por veinte años en el poder pase por un período de desorientación después de una derrota electoral importante. Lo que no es lógico, es que a casi cuatro años todavía no encuentre su rumbo y su espacio. Negarse a ver hacia dentro, a ser autocrítico y el miedo a implementar transformaciones, les está saliendo demasiado costoso.
ARENA debe entender que ya no es el partido que representa al bloque dominante y exclusivo de la economía nacional y que además ha perdido la capacidad de uso exclusivo del Estado como su patrimonio particular. Que como consecuencia ya no puede seguir imponiendo, ni internamente ni al conjunto de la sociedad su voluntad, como lo hacían durante su reinado de dos décadas. Mantener un partido autoritario es fácil cuando se maneja el Estado y se controlan las áreas estratégicas de la economía nacional, pero al perder ambos resortes, o se revisa a fondo la situación, o se perece.
ARENA ya no puede mantener todas las lealtades que antes conservaba sobre la base de la imposición, de la orden que no se discute, de la amenaza y del chantaje. Estas pueden durar un rato en su efecto, pero tarde o temprano se deterioran y las lealtades se rompen. El último caso es más que evidente.
Por otra parte, ARENA es un partido sin estrategia. Nunca lograron diseñar un plan opositor coherente, a tal grado que instituciones como FUSADES, las gremiales empresariales y algunos grandes medios de comunicación han salido a sustituir ese rol que les correspondía a ellos como partido, con grandes costos para su credibilidad. Tampoco tienen una clara estrategia electoral para las elecciones presidenciales, pareciera que la única estrategia de ARENA es apagar fuegos, que cada día se vuelven más incontrolables. En este contexto tienen sentido las declaraciones de la última diputada disidente que señala que su ex partido no sabe donde están parados ni para adonde van.
Todos los días se tiene información, que no aparece en los destacados de los medios de comunicación, de fugas de miembros y simpatizantes de ese partido en distintos lugares del país. Esto representa una erosión que no por ser silenciosa es menos delicada y peligrosa. ARENA no solo pierde fuerza de imagen mediática, también pierde potencia en sus estructuras territoriales, que son claves en el desarrollo de la campaña electoral.
Si las cosas continúan como hasta hoy, ARENA no solo pierde posibilidades de ser competitivo en las próximas elecciones presidenciales, si no que podría quedar fuera de una casi probable segunda vuelta en la elección presidencial. Lo cual sería su tiro de gracia.
Ayutuxtepeque, lunes 08 de abril de 2013.
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