62 Modelo para Armar–Una burla Cortazariana

CortazarJoyce

James Joyce luego de publicar Ulises, se tomó cerca de diecisiete años en publicar su novela más críptica, el «Finnegan’s Wake», que a su vez tardó casi ochenta años para tener una versión oficial traducida al español (2016), autores como Marshall McLuhan la consideran base de toda una teoría de la comunicación y ha sido objeto de minuciosos análisis de parte de estudiosos del autor, en ese lapso el autor irlandés no publicó nada más de manera formal. se dice que el proceso de creación del libro en cuestión, se extendió a lo largo de casi veinte años, y fue conocido inicialmente como Work in Progress (Obra en marcha) y fueron publicadas partes en periódicos y revistas hasta su impresión final en 1939, desde entonces se le considera una de las obras más complicadas en idioma inglés.
De este lado del charco, Julio Cortazar, luego de tener un rotundo éxito con la aclamada novela «Rayuela» (1962) siguió produciendo nuevas obras literarias en este orden:

1966: Todos los fuegos el fuego
1966: Les discours du Pince-Gueule (Los discursos del Pinchajeta) (texto en francés de Cortázar y dibujos de Julio Silva; una versión en español se incluyó en El último combate)
1967: La vuelta al día en ochenta mundos

En 1968 se publica «62 Modelo para Armar» que venía a ser el «Finnegans Wake» del escritor argentino, inspirada en el famoso capítulo 62 de “Rayuela” poniendo en práctica el ideal de novela planteado por uno de los personajes. Sin embargo a pesar de haber 6 años de diferencia entre una y otra novela, Cortázar publicó las obras antes mencionadas en medio, por lo que si nos ponemos a deducir el tiempo que le tomó escribir 62 Modelo para armar nos dejan que le habrá dedicado unos cuatro años como máximo.
Para ser sincero, «Rayuela» me gustó mucho, la leí de la mejor forma posible, siguiendo los enlaces a las referencias geográficas, históricas, musicales y me resultó un ejercicio sumamente placentero navegar por los capítulos, saltando según las referencias, escuchando las canciones y conociendo los lugares o aprendiendo sobre los sucesos narrados, en fin algo que fue en extremo gratificante, para mi sed literaria.
Pero con «62 Modelo para Armar» la cosa no ha sido tan placentera, casi la mitad del libro se expone en la primera página, conformando una primera parte que se puede resumir en lo siguiente:

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«Nochebuena en Paris, Juan, en el Polidor mira el libro de Michel Butor que recientemente compró pide un vino y escucha a un señor obeso pedir un Castillo Sangriento y la historia se convierte en una maldita cinta de Moebius retorciéndose sobre sí misma.»

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Lo extravagante es que sobre esta historia base se van añadiendo ideas ínfimas que añaden un pequeño aditivo más a la misma historia y nuevamente se regresa a cada elemento de los mismos hechos, para volver una y otra vez hasta el cansancio y cuando estaba a punto de borrar el libro de mi dispositivo, que sería el equivalente a tirarlo por la ventana de la vetusta habitación en la que a contraluz estaba leyendo y cavilando sobre el hecho de que la historia base se va hilvanando y deshilvanando sobre los elementos primordiales que originaron la historia que se retuerce sobre ella misma hasta que hartos de esta reiteración eterna llegué al momento en que era indispensable eliminar el archivo de la Kindl… ahora me entienden.
Cuando ya casi lo abandonaba, por fin soltaron la historia base y aparecen los mencionados protagonistas, cada uno en sus diferentes momentos.
El narrador de primera persona, pasa a la tercera o a omnisciente, los lugares y momentos cambian sin previo aviso en el hilo de una misma narración y de pronto están hablando de alguien pero terminan hablando CON ese alguien.
Los personajes al menos están muy bien perfilados, pero sinceramente la historia o la falta de la misma me resultó exasperante, pero no por el lado de la técnica literaria, sino por la farsa de escribir por escribir.
Para mi, que «62, modelo para armar» no es más que una pésima broma o una especie de mina «quitapie» que Cortázar le dejó a sus lectores, y escribió el bodrio «por simple maldad, por joder», en un momento en el que ya estaba consagrado como escritor y sabía que cualquier cosa que publicase sería aclamado por la crítica.
Sin decirlo explícitamente quiso poner en ella algo del mítico Joyce, cuando dijo acerca de su «Ulises», “He puesto muchos enigmas y puzles que mantendrán ocupados durante siglos a los profesores, discutiendo sobre lo que quise decir. Es la única forma de lograr la inmortalidad”, aunque lo anterior se aplicaba más a «Finnegan’s Wake», aunque el funeral de Finnegan tardó 17 años en escribirse y algo de valor se aprecia en su construcción, pero el sinsentido de «62 Modelo para armar» no tiene forma de ser redimido, o realmente soy un perfecto ignorante, inculto y vulgar guanaco, incapaz de comprender la grandeza de la obra genial de un maestro de primer orden, lo cual tiene mucho de cierto, pero aún así NO ME GUSTA ahora ni creo que me llegue a gustar jamás.
Por eso pienso que son sencillamente hipócritas las legiones de lectores que se suman a las reseñas semi oficiales que hablan del libro en estos términos.

«Realización de una idea de novela, esbozada por Morelli (una suerte de doble de Cortázar), en el capítulo 62 de Rayuela. Liberada de la causalidad psicológica y de las limitaciones de tiempo y espacio, la narración transcurre indistintamente en París, Londres o Buenos Aires. En ella Cortázar lleva al extremo la experimentación iniciada con su anterior novela, consiguiendo uno de los proyectos más ambiciosos y originales de la literatura en lengua española. Así, por debajo de la insensatez y la arbitrariedad de las conductas, vemos asomar una forma de coherencia, una figura coherente que involucra a los protagonistas y los trasciende. Imprescindible.»

Reseñas que en realidad no dicen nada, pues la bendita obra en realidad no tiene ni pies ni cabeza, puro ejercicio de onanismo mental, pero que por no quedar de ignorantes, muchos se empeñan en alabar e interpretar, elogiando su riqueza literaria, su carácter disruptivo y muchas majaderías más sin decir nada real o coherente porque no la entendimos ni nos gustó pero no quieren aceptarlo.
Lo reafirmo, no me gustó “62, Modelo para Armar” y díganme ignorante, inculto, incapaz y zafio si quieren pero no me pidan que me ponga a cantar alabanzas solo por no parecer un burro, quizá soy petiforro y aunque mi paredro me grita que soy aun peor cronco, Polanco no puede hacerme hacerme reír, Marrast no me convence, ni Juan me impresiona y Hélene me parece tan poco misteriosa como Tell danesa, no he construido nada del revoltijo de piezas y no me apetece hacerlo, me parece una trampa para bobos en la que caí sin remedio, pero lo admito, no lo niego como la amplia sarta de mentirosos que pululan los círculos intelectuales.
Julio Cortázar realmente es un genio de la literatura, me encantaron sus Cronopios, sus cuentos y Rayuela, pero con «62 Modelo para armar» el muy hijo de puta nos ha tomado el pelo y con toda seguridad, se sigue cagando de risa en el infierno, quizá venganza por el nobel que nunca le dieron.
Me costó terminarla y me salté páginas enteras que no las extraño ni las voy a extrañar NUNCA, solo me duele haber perdido tanto tiempo en semejante mamotreto.

He dicho.

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