Esta noche salí a comprar un jugo de naranja a la tienda para poder acompañar la cena y como buena parte de las tiendas de nuestra ciudad, a esa hora los sábados lucen abarrotadas de parroquianos que comparten una cerveza y la amenizan con acalorados debates.
El debate de casi todas estas tertulias improvisadas versaba sobre los castigos al Real Madrid y ciertos problemas con las transferencias de jugadores entre las ligas españolas.
Saludé a los vecinos que me correspondieron amablemente y mientras escperaba mi compra, pude escuchar cómo uno de los presentes disertaba con verdadero conocimiento de causa sobre los recovecos y oscuras transacciones que se llevan a cabo en las altas esferas deportivas, mientras un par le respondía con realmente contundentes contra argumentos.
A pesar de lo acalorado e interesante del debate tuve que retirarme con mi jugo y lo comenté con mi familia quienes entre risas me decían que por eso estamos así como estamos, votando por las dos extremas, porque nuestro tema de debate es el fútbol.
Realmente no es que sea malo el fútbol, a mi me encanta, fui fanático de Brasil, del Bayer, del Botafogo, del Rayito Vallecano, del Quequeique, de la Universidad Nacional y en alguna época le fui al Marte, pero hacer girar nuestro mundo e intereses únicamente en torno al fútbol o a cualquier otro tema tan prosaico como este es grave.
No se habla del grave problema de violencia y de maras que vivimos, no se habla de la corrupción galopante que cometieron los funcionarios Areneros y que va a quedar impune, no se habla de la incertidumbre de lo que va a pasar con nuestras pensiones, ni del terrible año que tendremos en lo climático, nuestro universo gira en torno a la FIFA y sus problemas.
Con un pueblo así es fácil gobernar o desgobernar, pues quien impera es el que tiene el control de los medios de comunicación masiva y no hay vuelta de hoja, domina el que tiene los medios para comunicar.
La población está lista para aceptar los que sea o lo que le digan.
Por eso se le apuesta tanto a la «Liberad de Expresión»
Por eso es que existen ultraderechistas pobres, si nos remitimos a la definición de «Pobre» que escuché una vez en boca de un ex presidente de El Salvador.
Pobre, todo aquel que necesita devengar un salario para sobrevivir.
Lo verdaderamente malo es que los otros no han sabido usar su poder político para educar al pueblo, se olvidaron de los medios.
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