Fuente: La era del robot, ¿fin de la lucha de clases?
Diego Saravia, Nilsa Sarmiento y Rafael Rico Ríos
Rebelion.org
7 enero 2017
«El error continuó al crear máquinas y ahora robots para los ricos.» Fukuoka
«La inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana», Stephen Hawking
© Desconocido
Ponerse apocalíptico en la «era de la tecnología» parece que está de moda y no solo porque se haya apuntado el mismísimo Stephen Hawking.
Pero juguemos a la «ciencia ficción», imaginemos una planificación del futuro de la humanidad basada en la tecnología para acabar con la lucha de clases, ¿tendría sentido?
Algunos datos: 12,5 % de los trabajadores de la Unión Europea son pobres, en España es el 15% y en EEUU es el 25% y no ha parado de subir en los últimos años.
Otro dato curioso es el incremento de suplementos salariales y subvenciones para la supervivencia de una clase media cada vez más anoréxica. Si no existiera este suplemento salarial, un porcentaje importante de adultos con trabajos a jornada completa vivirían por debajo del umbral de la pobreza. ¿Es que el trabajo está perdiendo valor?
James Livingston, en Fuck Work afirma: «los economistas de Oxford que estudian las tendencias laborales nos dicen que casi la mitad de los trabajos existentes, incluidos los que conllevan tareas cognitivas no rutinarias (pensar, básicamente) están en peligro de muerte como consecuencia de la informatización que tendrá lugar en los próximos 20 años» y «los tipos de Silicon Valley que dan charlas TED han comenzado a hablar de excedentes humanos como resultado del mismo proceso: la producción cibernética.» Recomienda el libro Rise of the Robots (El alzamiento de los robots), 2016, al que considera un libro de ciencias sociales más que de ciencia ficción.
Habitualmente vemos noticias de cómo se están sustituyendo empleados por robots e inteligencia artificial. Y no solo el trabajo físico, según un informe de Nomura de 2015, cerca de la mitad de todos los trabajos de Japón podrían ser realizados por robots e inteligencia artificial para el 2035.
Una historia de ciencia ficción
Pues aquí nuestro argumento de una historia de ciencia ficción: Hoy la humanidad se prepara para reemplazar grandes porciones de trabajo humano por trabajo robotizado. En las próximas décadas, veríamos cómo cada vez será menos necesaria la mano de obra humana y la mente del ser humano en gran parte de los segmentos productivos.
En esta historia de ciencia ficción partiremos de la idea de que el capitalismo planea derrotar la lucha de clases destruyendo o marginando el valor del trabajo para reducir su dependencia con el capital.
La primera ofensiva para diluir el valor del trabajo estaría ligada al auge de la economía financiera frente a la economía industrial. Le siguió el aumento de la deuda como forma de ingreso negativo para aumentar el consumo. Ahora, en una nueva ofensiva, lo financiero se ha combinado con lo tecnológico para formar un cóctel diabólico contra el valor del trabajo.
Si debido al desarrollo tecnológico no fueran necesarias grandes masas de trabajadores y el trabajo perdiera valor, nuestra primera reacción podría ser positiva: no necesitaremos trabajar tanto. Podríamos dedicarnos a actividades placenteras, artísticas, educativas, etc., o, simplemente, seguir incrementando la comunicación banal en las redes sociales.
El segundo pensamiento es siniestro: por primera vez en la historia de la humanidad hay un riesgo claro de que los capitalistas rompan la dependencia con la clase trabajadora para producir bienes y servicios, que tampoco podrán consumirlos, dado que en el esquema actual quien no trabaja no puede consumir.
Así «los ricos» podrían dedicar toda su nueva fuerza «laboral» tecnológica a construir productos de lujo para ellos mismos y más robots productivos. Alcanzarían su sueño de terminar con la lucha de clases. Además, limitarían el consumo de recursos naturales solo para sus productos de autoconsumo, «salvarían» la biósfera y dispondrían de recursos en abundancia.
Esta estrategia podría correr el riesgo de provocar una rebelión global. «Los ricos» necesitarían «paz social» y pondrían en marcha un tercer instrumento consistente en dejar una porción de sus robots y vieja maquinaria produciendo bienes de consumo elementales para mantener una clase consumidora, el «consumariato», e instrumentar para ello planes de ingreso básico universal que mantengan ese bajo consumo de supervivencia.
La humanidad se transforma
La nueva humanidad de esta historia estaría formada por habitantes residuales y poseedores dominadores.
Imaginen una gigantesca inversión en ciencia y tecnología con un fantástico desarrollo en el ámbito privado, avances que serían propiedad de los capitalistas. Solo los más ricos tendrían los derechos de estos avances. La crionización, el trans-humanismo, la inteligencia artificial, la ingeniería genética, la biónica, las mentes transferidas a sistemas electrónicos, se crearía una «especiación» hacia «super-humanos» que podrían extinguir a la humanidad residual.
Para poner en marcha este plan necesitarían desarrollar más avances tecnológicos y, sobretodo, una enorme inversión de capital en robots y tecnología. En un momento económico en que el capital financiero se ha desinflado, con intereses negativos en varias economías importantes, los robots permitirían un «despertar» del capital.
En «Crisis y Revolución», ya vimos como «los ricos» mediante la crisis del 2008 debilitaban las clases medias en diversas partes del mundo uniformizando la explotación.
En nuestra historia de ciencia ficción, el proyecto se ha tornado aún mas ambicioso: con el estandarte de la robotización de todo trabajo humano y la eliminación de partes cada vez mayores de la población mundial mediante guerras y desastres ambientales, «los ricos» no necesitarían trabajo humano, ya no necesitarían trabajadores y éstos ya no tendrían con qué negociar, perdiendo de forma definitiva la lucha de clases tal como la conocemos desde los albores de la humanidad.
Y las fronteras se levantarían de nuevo de la mano del fascismo
A un proyecto de esta naturaleza no le servirían los inmigrantes, ya no sería necesaria mano de obra humana barata y tampoco controlar a los trabajadores nativos. La derecha occidental tendría que volver a levantar las fronteras y criminalizar al inmigrante, el proyecto de «los ricos», otrora globalizante, pasa a otra fase.
«Los ricos» cerrarían fronteras y estabilizarían «islas» con potencial militar para contener a los países controlados por intereses ajenos a sus planes. Así evitarían el avance de éstos sobre los recursos que disfrutan.
La imposibilidad de incluir a todo el planeta en su plan, por la existencia de poderosos países no alineados, les obligaría a instrumentar el neo-fascismo. Para evitar que las democracias instalen la distribución de lo producido por los robots, se requeriría el rescate de una nueva ola fascista en los países centrales. «Los ricos» ya no necesitarían usar la «democracia», recuperarían el fascismo.
En éstos países-isla controlados por «los ricos», los pocos humanos que disfruten de serlo, evolucionarían de forma independiente y se «especiarían» (nuevas especies), junto con la selección artificial, la genética y la biónica, alcanzando cada vez mas tiempo de vida y mas potencial de desarrollo. Los que puedan pagarlo dispondrán de increíbles recursos de una medicina transformativa que pueda alargar considerablemente la vida. Los habitantes residuales quedarían abandonados a su suerte.
¿Cómo luchar contra este plan?
Toda historia de planes perversos tiene a los buenos que resisten.
El Software Libre permitió romper con la apropiación del conocimiento del sistema capitalista evitando la dominación a través de los sistemas de información y comunicación convirtiéndose en una forma de lucha. Se hacía necesario buscar fórmulas para acceder al cómo estaban programados los sistemas, en un mundo donde todos los procesos cotidianos comenzaban a controlarse con software. Nació el movimiento de Software Libre que permitió a miles de programadores asociarse para hacerle frente a las grandes industrias del software que trataban de apropiarse de la producción de conocimiento de sus trabajadores.
Los robots no son bienes intangibles, como el software. En ese sentido, no pueden ser libres debido a que su fabricación consume recursos finitos. Sin embargo, el plan sería que en un futuro los robots, con inteligencia artificial, se puedan fabricar a sí mismos. Si a esto se le suma que se pretenda reducir la población mundial, que se instrumente la ecología y la «salvación del planeta» para los fines de este maquiavélico proyecto, la energía y otros recursos volverían a ser abundantes dejando de ser limitantes. Así que podrían alcanzar un umbral productivo donde podrían ser prácticamente libres.
La forma de combatir este plan sería luchar por regular el concepto de propiedad de la era industrial aplicado al conocimiento. Lucha que ya fue iniciada en el siglo XX en el marco del Software Libre y el Conocimiento Libre.
Mientras los derechos de propiedad intelectuales aseguren a los poseedores de los robots el control de todo lo que éstos produzcan, incluyendo más robots, sería imposible que la humanidad en conjunto participe de sus beneficios.
El hackeo de los robots y su posible uso por intereses favorables a la humanidad residual será fundamental en la lucha de resistencia. Habría que pensar en lograr una masa importante de robots públicos al servicio de la población general desarrollados por territorios libres o por países «gamberros». Habría que contener la destrucción ambiental, controlando el consumismo, para poner en riesgo el proyecto de los billonarios.
Las estrategias de hackeo y acumulación política pueden ser útiles para bloquear este proyecto dominador. Los robots deben convertirse en aliados de la clase trabajadora frente a los robots enemigos de clase instrumentalizados por los capitalistas.
Todo dependería del poder relativo de los actores y de su capacidad de articular políticas. Los nuevos movimientos políticos de liberación basarían sus estrategias en la gestión del conocimiento y en la naturaleza de la propiedad de la producción de los robots para evitar la derrota en la lucha de clases. Ambas clases se disputarían el control y la regulación de los robots como medios de producción con su particular naturaleza «auto-replicante».
Cuando pensamos que iban a dominar el mundo con software, construimos el Software Libre. Hoy sería más necesario que nunca liberar las fuerzas de la robótica y la inteligencia artificial para ponerlos al servicio de toda la humanidad.
Y puestos a conspirar, habría que evitar que las futuras inteligencias artificiales se apropien de la producción de riqueza y reemplacen a la mismísima humanidad, la de «los ricos» y la de la humanidad residual, ¿verdad Stephen?
* Diego Saravia es Ingeniero Industrial; Nilsa Sarmiento es Licenciada en Análisis de Sistema; Rafael Rico Ríos es Ingeniero de Telecomunicación.