La pobreza urbana no es igual a la pobreza rural. Aunque sus factores causales sean similares, ambas se diferencias por las condiciones concretas del entorno en el que se desarrollan. Por ello los programas de atención y búsqueda de su superación no pueden ser idénticos en el campo que en la ciudad.
Uno de los programas positivos de la anterior administración del Presidente Saca fue el de Redes Solidarias, que por primera vez enfrentó el fenómeno de la pobreza a partir una visión de zonificada de la misma. Este incluyó medidas novedosas como el subsidio económico que se brindaba a partir de la asistencia de los menores a la escuela y a los programas de atención en salud. Además de la construcción de infraestructura básica que beneficiara estas comunidades rurales.
Este programa no hubiera sido posible sin el estudio previo que concluyó con la elaboración de un mapa de pobreza rural en el país. Este mapa es el que permitió ubicar las zonas que serían atendidas. Este estudio ya está envejeciendo, es necesario actualizarlo y además hay que incorporar nuevas zonas que por razones desconocidas quedaron fuera del primer mapa. Es el caso de los cinturones de pobreza existentes en la denominada carretera de las flores, en los municipios cafetaleros de Sonsonate y Ahuachapán.
Para iniciar el actual programa que permitirá atender la pobreza urbana, también ha sido necesario un estudio previo y la elaboración de un mapa de pobreza urbana. Este estudio debería ser del conocimiento público, pues en las áreas urbanas funcionan diversas organizaciones humanitarias y de servicio social, que podrían mejorar sus programas de asistencia y apoyo con este valioso insumo.
El programa rural se centraba en la mujer como jefa de familia en las comunidades pobres. El programa urbano debe centrarse en la juventud como factor esencial. Si logramos incorporar a nuestra juventud al tejido social del cual ha sido excluido, no solo estaremos sentando las bases para la superación de la pobreza, también estaremos evitando que en lo inmediato caigan en las garras de las pandillas o el crimen organizado.
El componente de ayuda económica que se proporcionará debe darse con mucho cuidado. Pues en la ciudad la tentación consumista es muy diferente al campo. En las comunidades rurales pobres, el dinero es casi inexistente, las economías de subsistencia están basadas en la agricultura familiar y el trueque. Por tanto una cantidad modesta de dinero puede ser un factor positivo en el desarrollo económico local. Los estudios realizados demostraron que las mujeres hacían un uso eficiente del dinero en función de las necesidades familiares.
Pero en las zonas urbanas las cosas pueden ser diferentes. No es solo la tentación de la droga que es fuerte en las comunidades pobres; es también una cantidad de productos innecesarios, que van desde la comida chatarra, hasta la compra de un celular. Por tanto estos recursos económicos deben ser dados en condiciones diferentes al campo.
Un ejemplo que nos puede ser útil para explicar mejor esto son las remesas familiares. Cientos de miles de familias humildes del campo y la ciudad han recibido un subsidio mensual durante años, pero ello no les ha garantizado salir de la pobreza. Este dinero ha permitido a la familia consumir más, pero no invertir más. Cuando hablo de invertir no me refiero solo a poner un negocio o una empresa. Me refiero también a invertir en educación y ahorrar. Por ello ahora con la crisis económica mundial, muchas de las familias que dejaron de recibir la remesa han caído en un nivel pobreza igual o peor que en el pasado.
Por ello, en las zonas urbanas, estos recursos económicos deben tener un alto nivel de supervisión en su uso. Deben constituir un incentivo para que el joven estudie, desarrolle actividades en beneficio de su comunidad y se integre al tejido social.
El otro elemento clave es la educación en valores y el desarrollo de la conciencia social. La ausencia de valores ha contribuido al grave deterioro social que padecemos. Si bien todos los problemas sociales tienen una base objetiva y material, también existe un componente espiritual o moral, que no puede ser llenado con cosas materiales.
El que la juventud adquiera valores y conciencia social es el otro factor determinante para la superación de la pobreza. Este punto debe ser muy fuerte en el programa de comunidades solidarias urbanas si queremos que tenga éxito.
En todo caso, el programa apenas está comenzando. Todo en la vida es perfectible. De su implementación se obtendrá valiosas lecciones, que espero, sirvan para mejorar su eficiencia y sus resultados.
Ayutuxtepeque, martes, 06 de octubre de 2009.
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