Por: Francisco Quintanilla
Cuando alguien cree ciegamente en que es posible, bueno y necesario estudiar la subjetividad humana al margen del contexto social e histórico y al margen de otras disciplinas científicas, además como ya se dijo, además de caer y promover un burdo psicologismo, también contribuye con conciencia o sin ella, con intención o no, a una descontextualización y a una despersonalización, ya que saca al individuo del contexto social e histórico, que es el contexto, de acuerdo a la psicología científica, donde el ser humano se realiza como tal. Ante esto es necesario, recordar lo que Marx (1987) consideró al respecto en la sexta tesis sobre Feuerbach: “Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de relaciones sociales” (p.144). Es decir, según Marx, el ser humano llega a ser tal solo dentro de la sociedad, fuera de ésta no existe ningún ser humano como tal.
Pero además de inducir a una descontextualización y a una despersonalización del ser humano, lleva a la Psicología a sobrepasar los límites o dejar el ámbito de lo científico, tanto, en la forma como lo entiende la visión cuantitativa como cualitativa de la investigación, y caer en el terreno de la magia o de la chamaneria, Esto es sumamente grave y peligroso para el desarrollo científico de la Psicología y para los servicios profesionales y científicos que la población esperara recibir de parte de los profesionales de la psicología.
Pichon-Riviere (1985) psicólogo argentino: “Entiende al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una relación dialéctica, mutuamente modificante con el mundo…. (p.11). Cuando este psicólogo sostiene esto, está reconociendo lo que todos los psicólogos que se enmarcan en la psicología dialéctica reconocen, de que al ser humano, para comprender de la mejor forma su naturaleza hay que insertarlo en el contexto social e histórico, hacer lo contrario, supone, reducir a la psicología a un saber que no se puede considerar como científico, como también reducir al ser humano a un ente abstracto.
Valoremos ahora la otra afirmación de que la psicología nada tiene que ver con la Filosofía. Después, de un sucinto y apretado recorrido de la relación de la Filosofía con la ciencia, se puede destacar que dicha afirmación parte de nuevo de una ignorancia que además de profunda es muy probable que sea inconsciente, es decir, no se tiene conciencia de los vacíos u océanos cognoscitivos, no se tiene conciencia de lo que se dice.
Entonces, procedamos ahora a abordar, en términos más específicos la enorme relación entre la Filosofía y la Psicología, entre la producción filosófica y la producción científica-psicológica.
Muchos coinciden en determinar que la Psicología como ciencia surgió en el siglo XX, más sin embargo, su alborada se encuentra profundamente hundida en la producción filosófica de la antigua Grecia y sus raíces se extienden hasta los inicios del filosofar en la época moderna.
Windelband (1960) sostiene que la historia de la filosofía griega se divide en tres grandes periodos, a saber, el período cosmológico, el antropológico y el sistemático.
Ya en el período cosmológico, que si bien es cierto, su objeto central de la reflexión filosófica fue encontrar el principio (arjée) de donde se originaban todas las cosas en el mundo y en el universo, ya se encuentran en este periodo reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del ser humano, por ejemplo en Anaximandro, Heráclito, Empédocles, y no digamos en los Estoicos y los Epicúreos.
Con Sócrates y los sofistas se instaura el período antropológico de la filosofía, que por excelencia sus reflexiones filosóficas giraron en torno a la naturaleza del ser humano y la ciudad como morada del hombre. De hecho los aportes filosóficos de Sócrates, que se conocen por medio de su alumno más cercano, Platón, se centraron en la naturaleza del ser humano y su imbricación con la ciudad (polis).
También se encuentran brillantes aportes en este campo del Sofista Protágoras (V a. C.), quien se la adelantó muchos siglos a Hobbes (XVII d. C.). Protágoras citado en Badía Serra (1998) consideraba que: “El hombre es el lobo del hombre, pero deja de serlo cuando torna a vivir en sociedad” (p.32). Adelantándose muchos siglos también a los contractualitas tales como al mismo Hobbes, a Locke (XVII – XVIII d. C.) y a Rousseau (XVIII d.C.), al plantear desde entonces la idea del contrato social, para superar los conflictos humanos.
En lo que respecta al periodo sistemático a que hace referencia Windelband, se encuentra tres de los grandes sistemas filosóficos que incidieron profundamente en el desarrollo posterior de las diferentes disciplinas científicas, y no digamos de la psicología. En este periodo se encuentran Demócrito (V-IV a.C), Platón (V-IV a.C.) y Aristóteles (IV a. C.).
Los tres sistemas filosóficos creados por estos tres grandes pensadores permearon profundamente y para siempre (les guste o no, tengan conciencia o no, los psicólogos y psicólogas de esto), el desarrollo futuro de la ciencia psicológica.
Cualquier profesional de la psicología que aluda a la historia de esta ciencia, deberá ineludiblemente que remitirse por lo menos a estos tres grandes sistemas filosóficos creados por estos tres titanes de la filosofía.
En la construcción filosófica de Platón, encuentran conceptos centrales tales como: idea, alma. Conceptos que darían vida a la psicología idealista, materializada en escuelas psicológicas como la psicoanalítica, la funcionalista, la Gestalt, etc., El concepto de alma también se encuentra entendido de forma diferente en los planteamientos de Aristóteles y de Demócrito.
Demócrito junto con su amigo Leucipo dieron origen a todas las formas de materialismo incluido el mecanicista, que es la antesala de la escuela conductista, que destaca el papel activo del mundo externo expresado según estos filósofos en emanaciones de átomos, pero reduce al ser humano a una especie de máquina. Pero también constituye el cimiento de la concepción materialista dialéctica, que es, la base de la psicología dialectico materialista.
En cuanto a Aristóteles, este hizo el intento de superar la confrontación existente entre el sistema filosófico de Platón y el de Demócrito, aunque no lo logró. Sin embargo, en su teoría filosófica, se encuentran brillantes reflexiones sobre el ser humano, tales como considerarlo como un ser racional, social y político. también en su sistema se encuentran orientaciones empiristas, tales como considerar que la experiencia llena la mente de la misma forma que una tablilla se llena de letras, ida que la retomará John Locke muchos siglos después, al plantear la teoría de la Tabula Rasa, que Watson fundador de la teoría conductista retomaría en el siglo XIX d. C.. Destacando que esta idea de la importancia de la experiencia, también la plantearon los estoicos y los epicúreos.
Todos estos conceptos y aportes filosóficos, sin los cuales sería imposible entender que es la psicología como ciencia, se encuentran a lo largo de la producción filosófica de muchos filósofos posteriores.
Basta con que se lea con detenimiento aportes tanto de racionalistas como de empiristas en los siglos XVI, XVII y XVIII d. C. En Descartes de la escuela racionalista, que es una especie de idealismo moderno, encuentra ya conceptos como el de reflejo, el cual ocuparía y ocupa una importancia central en la psicología reflexológica y en la dialéctica.
En los empiristas, tales como Maquiavelo, Hobbes y Locke, que además de darle importancia de primer orden a la experiencia, reflexionaron grandemente sobre la naturaleza humana, al concebir los primeros dos que el hombre es malo por naturaleza y es la sociedad que debe de encargarse de hacerlo bueno, haciendo uso de la fuerza; Locke tenía una idea distinta, consideraba que el ser humano ni es bueno ni malo por naturaleza, es la sociedad que lo hace bueno o lo hace malo. Esta idea de Locke, subraya el papel dinámico del mundo externo, pero le atribuye un papel pasivo al ser humano, idea, que es de la que parte la escuela conductista.
Ya como parte de la ilustración Juan Jacobo Rousseau, considera que el ser humano es bueno en estado salvaje y cuando entra en sociedad es que se torna malo. Esta idea la desarrolla este brillante filósofo en un libro y dos de sus ensayos: en El Emilio, en El Contrato Social y en el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres. Esta idea de la bondad de los hombres tendrá cabida en la escuela psicológica del Humanismo de Rogers.
Ya para los siglos XVIII y los primeros años del siglo XIX, aparece el gran filósofo idealista objetivo alemán Hegel, creador del método dialectico, el cual aparece genialmente desarrollado en su libro “La fenomenología del espíritu”, método que además de ser una concepción, es una forma, de entender y abordar el mundo, la realidad objetiva y subjetiva.
Ese método y concepción, retomado creativamente por Karl Marx y Federico Engels, dio origen a la concepción materialista y dialéctica, la cual constituye la piedra filosofal de la psicología materialista-dialéctica.
Esta concepción filosófica materialista-dialéctica que a la vez es histórica, es no sólo el punto de arranca, sino que también una manera de entender la naturaleza humana y la sociedad en su conjunto, se encuentra ya realizada y desarrollada en psicólogos tales como: Rubinstein, Leontiev, Smirnov, Tieplov, Petrovsky, Predvechni, Platonov, López Hurtado, Pichón Riviere, entre muchos otros.
En consonancia con lo anterior, López Hurtado (1988) por ejemplo divide la psicología en tres grandes categorías: idealista, en la cual se pueden ubicar escuelas tales como: el psicoanálisis (Freud), el estructuralismo (Wundt) y el funcionalismo (William James); la mecanicista, en la cual se ubica el conductismo (Watson) y la materialista dialéctica, en la cual se ubica la psicología dialéctica (Rubinstein, Smirnov, entre otros).
Leontiev (1984) por su parte considera que: “sólo a comienzos de la década del 20 los científicos de nuestro país (URSS) plantearon por primera vez la exigencia de que la psicología fuera estructurada conscientemente sobre la base del marxismo”. Con esta consideración hecha por Leontiev, se pone en evidencia que toda teoría o escuela psicológica se fundamenta en alguna concepción filosófica, para el caso en la concepción marxista.
La forma en que la psicología debería de entender al ser humano, según está concepción filosófica marxista o materialista dialéctica, es en su imbricación con el mundo externo y en concreto con la sociedad en su devenir histórico.
En América Latina, muchas teorías psicológicas fueron importadas de Europa o de EE.UU, y con ellas también, se importaron las respectivas concepciones filosóficas que las sustentan así como también sus antecedentes filosóficos. Sin embargo, en esta parte del continente americano, ha habido psicólogos y psicólogas que las importaron en forma crítica y creativa, tanto las teorías psicológicas como sus fundamentos filosóficos.
Dentro de estos profesionales de la salud mental, se cita a Pichón-Riviere (1985) psicólogo argentino, que similar a José Ingenieros también argentino, y a la psicóloga venezolana Maritza Montero, entiende: “Al hombre como configurándose en una actividad transformadora, en una relación dialéctica mutuamente modificante con el mundo… (p.11). Detrás de sus aportes psicológicos, se destaca por una parte la fundamentación filosófica de la que parte, y por otra parte, que no se puede entender la subjetividad humana por la subjetividad misma, al margen de su relación dinámica con la sociedad en la cual está inserto el ser humano, inserción que además de dinámica, es histórica.
Otro psicólogo ineludible de citar, es el español nacionalizado salvadoreño, Ignacio Martín Baró. Baró (1998) el cual considera que para la construcción de una psicología de la liberación desde y para América Latina, se necesita fundarse y fundamentarse en una nueva epistemología, que orienta al psicólogo y a su práctica a tomar como punto de partida y como horizonte la liberación de las mayorías populares. De hecho se sabe, que la epistemología es una rama o área de la filosofía, lo que indica indiscutiblemente la necesaria exigencia histórica de la psicología por la filosofía.
Para terminar, este documento, regresamos al inicio de esta reflexión, es decir, a la valoración que se hizo sobre la ignorancia, es necesario destacar que la ignorancia inconsciente, es una forma de no saber que no se sabe, contrario a la ignorancia con conciencia, es un saber que no se sabe. La primera forma de ignorancia, es peligrosa y ofensiva para un determinado saber filosófico o científico, a tal grado que cuando ella brilla, se oscurece el universo; la segunda forma de ignorancia, es decir, la consciente, ésta además de consustancial al conocer humano, puede constituirse en el primer paso, hacia el conocer, ya sea el mundo que le rodea como así mismo.
La ignorancia consciente si bien es cierto, puede constituirse, en la antesala del surgimiento de la necesidad humana del conocer, también es cierto que por sí sola no impulsa al conocer, ya que puede o hay personas que tienen conciencia de su ignorancia, mas sin embargo, se acomodan a ella, viven feliz así, pero, su reconocimiento, ya es un buen pasó hacia el conocer.
No hay que de dejar de reconocer y tomar conciencia que no hay saber científico, literario, jurídico, político y ético, que ya sea de forma directa o indirecta haya recibido influencia del saber filosófico, ya sea para clarificar su punto de partida, su horizonte o su metodología de producción del conocimiento o para reconocer, que por muy especializado que sea un conocimiento o un saber siempre necesitará de la participación de otros saberes para evitar caer en cualquier tipo de reduccionismo, que orienta falsamente a creer que una parte del saber y de la realidad se convierte en el todo del saber y de la realidad.
Referencias
*-Badía Serra, e. (1998). El concepto de hombre en la historia de la filosofía. San Salvador: UFG editores.
*-Baró, I.M. 819989. Psicología de la liberación. San Salvador: UCA editores.
*-Ellacuría, I. (2009). Cursos universitarios. San Salvador. UCA editores.
*-Frank, P. (1965). Filosofía de la ciencia. México: Herrero Hermanos Sucesores, S.A.
*-Leontiev, A.N. (1984). Actividad, conciencia y personalidad. México: Editorial Cartago.
*-López Hurtado, J., et al. (1988). Psicología General. Nicaragua: Editorial Universitaria.
*-Marx, K. (1987). Los manuscritos de 1984 y Tesis sobre Feuerbach. San Salvador: UCA editores.
*-Parker, B. (2006). Albert Einstein (2ª edición). Buenos Aires: Editorial El Ateneo.
*- Pichón-Riviere, E. y Pampliega de Quiroga, A. (1985). Psicología de la vida cotidiana. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.
*- Windelband, W. (1960). Historia general de la Filosofía. México: Editorial El Ateneo.