Estimados les comparto mi más reciente artículo que visibiliza los conflictos sociales producto de las exigencias del irregular sistema financiero para que los deudores presenten fiadores mejor calificados que el propio deudor y sobre quien recae el monto total de capital más intereses si el deudor pierde el trabajo o incumple con sus fechas de pago por múltiples razones.
La última crisis financiera global que liberó a culpables pero condenó a Estados Unidos, sus aliados y enemigos a una década pérdida, no desquebrajó tantas economías nacionales, zonas de libre comercio, bancos multisectoriales, industrias, empresas, cooperativas o asociaciones, como afectó al tejido social que todavía sigue destruyendo con el cobro de deudas personales.
La caída de diferentes bolsas deshilacharon de un solo tajo lazos de confianza, solidaridad y afecto entre familiares, compañeros o amigos que se apoyaron como fiadores para la obtención de dinero plástico, créditos personales, productivos e hipotecarios y ahora ya no tienen ingresos formales para devolver el capital y sus crecientes intereses.
Evidentemente de cualquier tipo de crisis surgen transformaciones socioculturales y aleccionamientos que pueden fortalecer o ralear aún más el tejido social desde las relaciones laborales hasta las domésticas. Sin embargo, muy pocos quieren ayudar como fiador y se inventan cualquier pretexto para negarse sin crear resentimientos.
O peor aún, ayudan pero cobran un porcentaje del préstamos por comprometer su nombre como una especie de dépositos, fianza o seguro por deuda, que de poco o nada sirve porque es insignifcante en comparación al pago completo de la deuda completa en caso de que el deudor no pueda o quiera saldar el monto total. No obstante en algún momento, ese ciudadano honesto y responsable que se niega una y otra vez a ser fiador, si en algún momento quiere ser usuario del sistema financiero también necesitará de un fiador y apelar a la confianza que cultivo. Será entonces que tendrá que tocar las mismas puertas que un día, fácil o difícilmente cerró. Algo así como la ruleta rusa de nuestros tiempos.
Leer artículo completo publicado en Diario Latino, miércoles, 19 de septiembre de 2012
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