Capacidad de perdonar de la historia. Parte 2

Por Francisco Quintanilla

En el caso de la querida, maltrecha y vilipendiada Universidad de El Salvador con muchos esfuerzos de unos pocos ha querido en las dos últimas décadas y media, cumplir el primer requisito: producir conocimiento científico y filosófico, producción que ha sido pírrica, y escasa. Muy escasamente se ha preguntado por la realidad y por el sentido de la realidad, naufragando en este intento, y mucho más cuando se pregunta por ella misma como realidad y por su sentido.
Ese naufragio, obedece a muchos factores externos e internos que están históricamente determinados, pero no por eso justifican su quehacer y su inoperancia científica y filosófica en estas últimas décadas. De los factores externos e internos se ha hablado en otros documentos, como por ejemplo en el documento denominado Pesimismo o realismo universitario (Quintanilla, junio, 2000), por lo que no se hablará de ellos en este documento.
El factor, a que se hace referencia en este documento, tiene la dimensión de ser externo e interno  a la universidad, que es el factor del que se ha venido hablando hasta este momento, que se refiere al segundo requisito que la  debe exigitivamente cumplir la UES si quiere históricamente realizar su función de ser conciencia crítica y creativa del pueblo salvadoreño en particular y de otros pueblos oprimidos del continente Americano, como es liberarse ella misma de la corrupción y de los corruptores que le han amputado esa capacidad de crítica y creación; crítica y creación que debe ser científica y filosófica.
De no liberarse de tal lastre, resultará como ha resultado hasta ahora imposible de cumplir su función crítica y creadora, parafraseando a Silvio Rodríguez se diría que “la Universidad de El Salvador como Prometeo, iluminó en el pasado remoto a los olvidados, porque en vez de decirle al pueblo cree, les dijo lee, por eso como al héroe mitológico le hicieron pagar su osadía atándolo a una remota cumbre de la ignominia y del escarnio donde una tendalada de buitres y  gusanos viejos y recién nacidos le devoraron y le continúan devorando las entrañas desde su mismo interior”.
Se necesita construir o contribuir a formar una nueva, pero realmente una nueva generación de jóvenes en estado de juventud, hombres y mujeres no sólo que rescaten sino que reconstruyan y fortalezcan a nivel institucional el auténtico espíritu crítico y creativo, científico y filosófico de la Universidad de El Salvador, que como luz y sal inquisidora caiga en las llagas de los labradores de mentiras y de corrupción, a los aprovechados del decaimiento de la universidad, que con sus discursos “revolucionarios” trasnochados jugaron y continúan jugando con la naturaleza universitaria, y por lo tanto con las aspiraciones más sentidas del pueblo salvadoreño en general y de los más marginados en particular.
La corrupción como se dijo al principio con su dinamismo y con su capacidad de pervivir y de reproducirse ha invadido casi todos, por no decir todos los sectores de la vida humana, siendo sus principales dinamizadores, no sólo los derechistas que por su naturaleza son corruptos, sino también aquellos que en una noche de oscura traición y de somnolientos traidores, vendieron su conciencia, su dignidad y su integridad y detrás de esos valores vendieron  a la humanidad entera, y en particular a los millones y millones de excluidos, de marginados. 
La revolución en su esencia y en su original espíritu, es algo como lo que Sócrates citado en Badía Serra (1998) sostuvo antes de morir sobre la vida, que “Será el canto del cisne, no un canto de tristeza, sino de sublime esperanza (…)” (p.17), pero que en su degeneración por lo degenerados traidores de la revolución y como de aquellos revolucionarios marxistas de boca y no de corazón, la convierten en algo como lo que describe Camus citado en Badía Serra (1998) “el eterno atascamiento, el eterno empujar la carreta con un zanja ante el hermano y una cita con Dios en las estepas, a la cual nunca se podrá llegar” (pp. 17-18). Es decir, en un inicio la revolución y los revolucionarios eran confianza y esperanza popular, y en su degeneración, son desconfianza y desesperanza popular.
En cierta ocasión le preguntaron a Martin Luther King Jr. Qué haría ahora si supieran que mañana lo matarían, él en forma serenamente contestó que “sembraría un árbol de manzano”, si hubiese sido salvadoreño, muy probablemente hubiese dicho que sembraría un árbol de mango; pero qué significado, tiene esta imagen utilizada por Luther King, no hay duda, que significaba, que aunque su muerte estaba cerca, era ineludible para él, que debería sembrar esperanza, para que las generaciones futuras disfrutaran de los esfuerzos y sacrificios de otros que como él creyeron que un mundo distinto es posible, un mundo donde la cosecha de vida en libertad sea en abundancia y para todos por igual
Un revolucionario de pura cepa, hace lo que hace, no para redimirse el mismo como fin, sino liberar o contribuir a la liberación de los demás,  tanto de las generaciones presentes como de las futuras, sólo los  pisteros revolucionarios, se valieron de los discursos revolucionarios, para mejorar sustancialmente sus condiciones económicas y materiales, cayendo con conciencia en la trampa suculenta de la corrupción, y muchos jóvenes que no sólo están en estado de vejez, sino en estado de corrupción, aprendieron y continúan aprendiendo de ellos a vivir de la corrupción y a reproducirla dinámica y creativamente.
Resulta entonces, históricamente urgente, si se quiere seguir soñando y aspirando a un mundo donde a nadie le sobre ni a nadie le haga falta,, aspirar como utopía revolucionaria, erradicar progresivamente de la faz de la tierra la corrupción y a los corruptores estructurales, a los maestros y aprendices, tarea de por si ardua, probablemente imposible por la naturaleza imperfecta del ser humano y por la naturaleza del sistema capitalista neoliberal en que le ha tocado que vivir a la humanidad actual, pero sin esta aspiración, sin sembrar un árbol de manzano en el presente, sin sembrar esperanza, las generaciones futuras están condenadas, a no disfrutar de mayores dosis de justicia social, de mayores dosis de libertad.
Ante todas las ideas planteadas cabe preguntarse ¿Tendrá la historia como realidad que se expresa, se manifiesta y se desarrolla en la humanidad entera, y sobre todo en los pueblos conscientes de su liberación, capacidad de perdonar y de absolver a los traidores de los ideales revolucionarios y de las aspiraciones de liberación de los oprimidos?
Es una pregunta complicadísima de responder ya que es la historia misma quien tiene que hacerlo, pero con mucho atrevimiento, se podría decir, que es muy probable, que la historia que se expresa en la vida de los pueblos conscientes de su liberación, los perdone, pero no con la antesala del olvido, sino con la antesala de conocer la verdad, ya que como saber cristiano, la verdad si bien es cierto, por ella misma no libera, ni por si misma procura el perdón, sin ella es imposible ser libre, y sin ella es imposible perdonar. Ahora bien es importante, subrayar, que hay personas que no olvidan en el pensamiento, pero si en las acciones, es decir, que hay personas y movimientos que gritan hasta el cansancio “olvidar jamás”, y de hecho no olvidan en el pensamiento, en la memoria, pero si en las acciones, que es una de las tantas características, de los revolucionarios de boca.
Para cerrar esta reflexión que no pretendía poseer un rigor literario, sino reconocer, con esta reflexión, este 16 de noviembre a los que murieron, a los que fueron asesinados como Sócrates (Platón, 1994) y como Ignacio Ellacuría, por el pecado de filosofar y cuestionar la realidad injusta, que con palabras del segundo “no pedían nada, solo la libertad de pensar y decirle al mundo sus pensamientos. Esto era demasiado pedir, porque no hay ciudad que soporte la libertad de pensamiento”, y diría que lamentable y contradictoriamente, tampoco hay universidad ni partido político que soporte tal osadía. En este sentido un pensamiento inquisidor de la realidad como realidad, y de su sentido, es insoportable, para los que viven y conviven con la mentira y con la corrupción.
“La verdad además de incomodar a los que conviven con la mentira, retumba allá donde la mentira y la corrupción hacen erupción”

Referencias
1-Ellacuría, I. (2001). Escritos filosóficos (Tomo III). San Salvador: UCA editores.
2-Baró. I. M. (2008). Acción e ideología, psicología social desde Centroamérica (13ª reimpresión). San Salvador: UCA editores.
3-Baró, I. M. (1989). Sistema, grupo y poder. UCA editores.
4-Badía Serra, E. (1998). El Concepto del hombre en la historia de la filosofía; cinco ensayos sobre la filosofía de Xavier Zubiri. El Salvador: UFG editores.
5-Platón (1994). Defensa de Sócrates (4ª edición). San Salvador: UCA editores.
6-Una invitación de Silvio Rodríguez. Recuperado de hunna.org/una-invitacion-de-silvio-rodriguez/ 
El Salvador,  noviembre de 2016.

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