La historia de los meses de abril y mayo de 1944 en El Salvador, ha sido muy poco estudiada, salvo ciertos trabajos de investigación realizados en su mayoría por extranjeros como el elaborado por la estadounidense Patricia Parkman, que publicó bajo el título de «Insurrección No violenta en El Salvador, La caída de Maximiliano Hernández Martínez», resultado de mas de un año de investigación.
Lo importante de estos hechos es que lo que inició con una insurrección violenta, es decir militar, en el seno del mismo ejército salvadoreño, particularmente la fuerza aérea, tras su fracaso, y represión brutal por el dictador, fue retomada por la población civil, liderada por estudiantes inmersos en un difuso «comité de huelga» sin nombres ni líderes aparentes, pero fuertemente financiada por una parte del gran capital, con el resultado de que sin mediar un disparo de parte del ejército u otras fuerzas militares y sin la participación del partido comunista que por entonces apenas estaba sobreviviendo y recuperándose de la masacre del 32, tuvo un efecto mucho mas contundente que cualquier otra revolución armada, pues culminó con la caída del régimen y la renuncia del dictador, sin embargo al carecer de una ideología o por lo menos de una cabeza visible, el lapso de libertad, fue tan corto que cuando se dieron cuenta, una dictadura militar había sido sustituida por otra, pero amparada en el seno de la misma revolución que derrocó al dictador.
No obstante, la insurrección de abril del 44 tuvo protagonistas, tanto civiles como militares y algunos de ellos han sido olvidados por la historia oficial, como es el caso del Teniente Mario Ernesto Villacorta.
Relatamos a continuación pormenores de la persona que fue el teniente Villacorta antes y durante la insurrección de 1944, tal como fue escrita por un espectador y en cierto modo protagonista de los sucesos.
QUISO ESTRELLAR SU AVION EN LA POLICIA.
El mejor piloto de la fuerza aérea salvadoreña era fatalista y su intuición le hablaba del fracaso de la revolución.
Mario E. Villacorta murió peleando
Verdaderamente, Mario Ernesto Villacorta dibujó por los cielos de Cuscatlán una épica histórica, bordada con trozos de acción terrestres, que harán inolvidable su participación centro de los acontecimientos de la primera semana del mes de abril. Este soberbio aguilucho, para quien el elemento vital era el espacio mismo, sucumbió después de haber tenido sangrientas y temerarias luchas, pero sucumbió bajo el acoso de la traición, no sin que sus enemigos, como en el caso del subteniente Jorge Héctor Cárdenas, pagaron con sus vidas el intento de cortarle las alas, cuya envergadura era de acero moldeado en recias luchas contra el viento, el sol y el espacio.
El piloto Villacorta era de manera indiscutible el mejor de los aviadores con que contaba la fuerza aérea de los revolucionarios. Siendo su madre doña Ketty Schawer de Villcorta, de nacionalidad alemana, al joven Villacorta se le facilitó el estudiar en Alemania la carrera de aviación.
Aprendiz en una nación que confiaba para su victoria en la supremacía de su aviación, el joven Villacorta tuvo que salir convertido en aviador de primera. Lo dicen un trofeo y once medallas conquistadas en pruebas difíciles y su hazaña gloriosa de los días 2, 3, 4, 5 y 6 de Abril pasado.
RECORD AUDAZ DE VILLACORTA.
Villacorta, a pesar de tener 25 años de edad, era un individuo fatalista. No en el sentido que le da nuestro pueblo a esa palabra que suena como a “gong” de las desgracia, sino en que creía en la inhabilidad del destino de cada uno de los hombre, y en sus decisiones intervenía casi siempre ese sentimiento intuitivo que caracteriza a las personas que, como el, están convencidos de que algo misterioso y sobrenatural está dirigiendo desde las sombras todas estas marionetas ingenuas y soñadoras del mundo.
EMULO DE UN PILOTO COMUNISTA.
En una exhibición de cine efectuada en esta ciudad, se presentó la hazaña de un piloto soviético. Como se sabe, los rusos no fueron a la zaga, jamás de las otras naciones tuvo que copiar mucho de la fortaleza y métodos del Ejército Rojo, y hay que convenir en que el calco no es muy parecido al original.
Pues bien: la hazaña del piloto comunista consistía en cruzar con su avión por debajo de los arcos del puente del Río Neva, en el sector de Leningrado, describiendo una línea ondulada.
Alguien le dijo a Villacorta que él no podía hacer esa prueba y éste apostó por lo contrario.
En efecto, sin contar con autorización subió a un Caproni, se dirigió al Río Lempa y repitió la prueba con facilidad asombrosa, cruzando por debajo de los arcos de nuestro majestuoso puente situado en Oriente.
Agentes de la Guardia Nacional se dieron cuenta del temerario vuelo y por su parte, Villacorta estuvo arrestado durante algunos meses.
UNA IRONIA: SALVA A SOSA DE LA MUERTE.
Habiendo ido a los Estados Unidos, para traer aviones, que el gobierno de El Salvador había comprado, el Mayor Julio C. Sosa y el aviador Rodríguez se perdieron cuando de regreso, volaban sobre territorio mexicano, cerca de Cuidad Victoria, Tamaulipas.
Villacorta había ido desde El Salvador para encontrarlos, y bajó en Brownsville, Texas. Como sus compatriotas no llegaran, temió por ellos, pues su intuición le dijo que se habían extraviado.
Las autoridades norteamericanas no querían dejarlo volar en la noche para buscar a sus amigos, pero al enseñar su record de vuelos, se admiraron por la edad de Villacorta, y lo dejaron elevarse, Así fue como él logró encontrar a Sosa y a Rodríguez. Guiándolos sanos y salvos a su destino.
Continuará Con Mario Villacorta y los sucesos del 44…