Raíces de la psicología de la liberación. Parte 1

 

Por: Francisco Quintanilla.

Se considera que las bases de la psicología de la liberación se encuentran en otras ciencias y saberes que poseen una mayor tradición que la ciencia psicológica misma; dentro de estas ciencias y saberes se encuentran la sociología, la pedagogía, la literatura, la filosofía y la teología de la liberación, en las cuales se encuentran aportes en el campo de la liberación de los pueblos latinoamericanos anteriores a los aportes que la psicología ha dado al respecto.

Ortiz Marisela y Borjas Beatriz (2008) sostienen que “la corriente de pensamiento conformados por la educación popular, la teología de la liberación, la comunicación alternativa, la IAP y la filosofía de la liberación, fue conocido como el paradigma emancipatorio” (p. 617).

El propósito fundamental de este documento, es poder argumentar, que si bien es cierto estas ciencias y saberes, que se ubicaban en ese paradigma emancipatorio, contribuyeron a que de alguna manera la psicología aportara a la liberación, más cierto es que las raíces más profundas de la psicología de la liberación, no se encuentran en estas ciencias y saberes, ni tampoco en la psicología como ciencia, sino en la psicología como reflejo de la realidad, de una realidad que es histórica tanto en su contenido como en su forma de realización.

Orientado por este propósito fundamental, es importante destacar dos aspectos importantes, uno es que el dinamismo de la psicología como ciencia no procede del interior de ella misma, sino del dinamismo de la realidad histórica, de la cual forma parte su objeto de estudio, y segundo que el dinamismo de la realidad histórica procede de dos fuentes, primero de la realidad misma (auto movimiento) y segundo, del sujeto humano individual o grupal que con su accionar refleja esa realidad y al mismo tiempo que la refleja, actúa sobre ella; constituyéndose su accionar individual o grupal en una fuerza, que en algunos casos es inconsciente y en otros consciente de los propósitos de su actuar sobre esa realidad que le circunda.

Este actuar consciente o inconsciente, es un enfrentamiento entre el dinamismo de la realidad y el dinamismo de la persona individual o grupal; de este enfrentamiento que es dinámico, es que el ser humano va pasando dinámicamente de la dimensión natural a la dimensión social de la realidad, en este sentido Ellacuría (1990) sostenía que “es imposible enfrentarse con el hecho histórico sin vérselas tanto con la persona como con la sociedad”( p.315). Este enfrentamiento de la historia con la persona y con la sociedad, no es un enfrentamiento de dos cosas o procesos ajenos o externos entre sí, sino es un enfrentamiento interno, ya que no puede haber historia sin sociedad y sin persona.

Ese es un enfrentamiento, en el cual no sólo se vislumbra una oposición, sino que dicha oposición constituye el combustible que mueve la realidad, mueve la historia, ya que si bien es cierto, puede haber realidad sin historia, no puede haber historia sin realidad. Este movimiento es causado según Ellacuría (1990) por diferentes fuerzas, las cuales van desde las meramente naturales hasta las sociales y culturales, pasando por las individuales y grupales.

Estas fuerzas que mueven la realidad la cual es histórica, son las que le van dando en algunos casos una orientación consciente del movimiento y del sentido del movimiento, ya sea para bien o para mal de esa realidad. En este sentido, habría que preguntarse ¿si ha contribuido y cuánto ha contribuido la psicología como ciencia a impulsar el movimiento de la realidad histórica? y si ha contribuido ¿en qué sentido lo ha hecho?

Las ciencias naturales y sociales podrían clasificarse como fuerzas culturales que aportan desde su propia naturaleza al movimiento de dicha realidad, pero al igual que otros saberes y fuerzas han tenido dos opciones: una es contribuir para que el movimiento de la realidad histórica fortalezca la esclavización de la humanidad y la otra posibilitar por medio del movimiento de la realidad histórica, la liberación progresiva de la humanidad de lo que la esclaviza.

La psicología como ciencia y por tanto como fuerza cultural, al igual que otras ciencias, ha tomado cualquiera de estas dos opciones, lamentablemente mayoritariamente ha tomado la primera opción, ha servido o se ha puesto al servicio de los intereses más oscuros y por tanto en detrimento de los pueblos más excluidos estructuralmente y a favor de los pueblos más enriquecidos.

La pauperización progresiva de la mayor parte de la humanidad por la minoría de la humanidad queda crudamente planteado en el Concilio de Puebla (1978), en el cual se planteó que “si dirigimos la mirada a nuestro mundo latinoamericano ¿qué espectáculo contemplamos?, no es necesario profundizar el examen, la verdad es que va en aumento más y más la distancia entre los muchos que tienen poco y los pocos que tienen mucho.”

En este enfrentamiento entre empobrecedores y empobrecidos, es que se han gestado en la historia de la humanidad, fuerzas sociales que han luchado por contribuir a su liberación. Estas fuerzas sociales se han manifestado en grupos o en sujetos individuales, que con su carisma, su visión y su praxis han reflejado la realidad, de tal forma que más que contagiar han convencido con su ejemplo a muchos a participar de su liberación progresiva.

En este accionar grupal e/o individual se ha ido manifestado y desarrollando la psicología no como ciencia sino como reflejo dinámico de la realidad histórica, accionar dinámico que ha pretendido la liberación progresiva de los pueblos oprimidos de todo aquello que los ha oprimido. Este accionar dinámicamente liberador que se ha manifestado en acciones comprometidas de organizaciones sociales y de grandes líderes como Simón Bolívar, Emiliano Zapata. Anastasio Aquino, Francisco Sánchez, Feliciano Ama, Che Guevara, Augusto César Sandino, Farabundo Martí, Monseñor Romero, Hugo Chávez, Fidel Castro, entre otros; lamentablemente este accionar no se constituyó ni se ha constituido en una fuente enriquecedora, orientadora, inspiradora y liberadora de la psicología como ciencia, ya que ésta ha actuado en América Latina en general y en El Salvador en particular a espaldas de esta realidad, salvo algunos intentos como los de Ignacio Martín Baró y Maritza Montero, que han sido grandes intentos de hacer psicología no sólo desde estas realidades sino para la liberación de estas realidades.

Martín Baró (1998) sostenía que “desde una perspectiva de conjunto hay que reconocer que el aporte de la psicología, como ciencia y como praxis, a la historia de los pueblos latinoamericanos es extremadamente pobre” (p.283). Esto sigue siendo así, porque continúa la psicología como ciencia y como praxis, de espaldas a la realidad, sobre todo a la realidad de las mayorías que continúan siendo más y cada vez más pobres.

En el caso concreto de El Salvador, después de los ingentes aportes de Baró, no han habido más avances en el campo de la psicología de la liberación, la cual de alguna manera revirtió el proceso de ir de la teoría a la realidad, para partir de la realidad a la construcción de una teoría que tuviera su ombligo y su enraizamiento en esta realidad salvadoreña, para que al tratar de comprenderla se tuviera más posibilidad de contribuir desde la psicología a su transformación.

La psicología actual en El Salvador, continua siendo importadora de teorías y de modelos que han sido construidas y construidos en otras latitudes, como las europeas y estadounidenses; teorías y modelos que en nada responden a realidades como la salvadoreña, donde las disparidades entre ricos y pobres se vuelven cada vez más grandes.

Estas teorías y modelos importados además de no responder a realidades empobrecidas como la salvadoreña, son guiadas por el positivismo, que al imponerles la brújula de la neutralidad de la ciencia, crean el espejismo, por una parte de ser objetivas y universales, y por otra, de que no están al servicio de ningún interés político, volviéndose, encubridoras y justificadoras de las aberraciones más grandes del o de los imperios, que han utilizado la ciencia para dominar más fácilmente a los pueblos empobrecidos como los latinoamericanos .

Al importar teorías y modelos, la psicología se vuelve no sólo encubridora sino negadora de la cruda y nuda realidad en que viven las inmensas mayorías de salvadoreños y latinoamericanos.

Continuará…

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