La Universidad de El Salvador: ¿virtual o real? Parte 3

…Continuación

Por Francisco Quintanilla.

Ya se sabe con harta evidencia, que toda reforma educativa sufrida en los sistemas educativos de los países pobres como los latinoamericanos, es impulsada y financiada por las grandes instituciones financieras mundiales que representan los intereses del gran capital trasnacional como son el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Las reformas educativas financiadas por estas grades moles económicas, han pretendido clonar sistemas educativos y educandos que convertidos a esclavos postmodernos, no se den cuentan que son esclavos, y que vivan contentos de serlos, de tal forma que cuando llegan a una universidad como la Universidad de El Salvador, en su delirio imaginativo de ser libres, llegan hechos a la medida de esas estructuras financieras.

Son educandos que rechazan todo esfuerzo que huela a pensar crítica y creativamente, rechazan totalmente el estudio, todo esfuerzo mental, quieren avanzar y triunfar en su formación profesional sin desarrollar su pensamiento y alaban a todo profesor universitario que les plantea y los conduce por el camino de la pedagogía de la piñatería, de las promociones masivas, creando en sus mentes realidades extrañas y ajenas a la realidad real en la cual están insertos, creando su propia realidad inventada imaginativamente.

También son estudiantes que en su mayoría no saben de dónde vienen ni para dónde van, son como las partículas elementales de Heisenberg o como las partículas del movimiento Browniano, sin ubicación y sin dirección precisa, y como partículas en su indeterminación e incertidumbre no les interesa que la universidad donde están estudiando se aleje de la realidad real, y que al alejarse de ella, también los aleje a ellos aún más de esa realidad real, y los hunda aún más en las tinieblas de una realidad inexistente, virtualmente imaginada, separada de la realidad objetiva.

Desubicados los estudiantes, algunos de ellos deciden formar parte de las asociaciones u organizaciones estudiantiles, sin saber en su mayoría, por qué ni para qué, los más hábiles ideológica y políticamente, en los últimos veinticinco años, se han insertado en estas organizaciones no para presionar desde adentro de la universidad para que ésta desarrolle con plenitud sus tres funciones esenciales: investigación científica, docencia y proyección social, sino para sacar ventaja personal, gozar de algunos beneficios que los sitúan en un lugar privilegiado.

Las sociedades o asociaciones estudiantiles han perdido no por decisión personal o por cuestiones genéticas, sino por imposiciones estructurales, su naturaleza, es decir su naturaleza beligerante, su naturaleza de cuestionar lo que está mal, lo que es injusto, lo que es corrupto ya sea que derive de adentro de la universidad o de la fuerzas o estructuras oscuras de la sociedad nacional e internacional. Su papel se ha reducido, a quedar bien con Dios y con el diablo, y algunos con conciencia han participado plenamente del accionar conspirativo de los que les otorgan migajas de poder.

Ya ni siquiera denuncian lo que académicamente hacen mal los docentes o lo que hacen mal el sector administrativo, ni mucho menos impulsan luchas por el presupuesto justo que la universidad necesita, como tampoco denuncian las corrupciones de los gobiernos nacionales de turno o de la oligarquía salvadoreña, se han conformado por ocupar un espacio, un local donde se reúnen, pero cuyas reuniones u ocupaciones en ese y de ese lugar sólo son una ocupación física, no son una ocupación académica, mucho menos una ocupación política o ideológica.

Son jóvenes estudiantes en estado de vejez, sin grandes aspiraciones, sin grandes convicciones de cambio, son la negación de la juventud que por naturaleza es revolucionaria, y en forma similar a los demás sectores que forman parte de la universidad, le han dado la espalda a la cruda y nuda realidad nacional e internacional, inventando imaginariamente su propia realidad, que es una realidad ocultadora de la realidad real nacional e internacional.

Son además, estudiantes en su mayoría apasionados fans de la pedagogía de la piñatería, su propósito fundamental es graduarse sea como sea, no importándoles su formación deficitaria e ineficaz para formar parte del sujeto que sea artífice de contribuir a la construcción de una historia distinta del pueblo salvadoreño.

Las asociaciones estudiantiles con frecuencia amparan a los estudiantes que viven de la cultura ganguera.

En síntesis, lamentablemente la Universidad de El Salvador con todas las partes que la conforman y con cada uno de los miembros que la integra, en los últimos 25 o 30 años ha estado marginada de los escenarios nacionales e internacionales, escenarios que han exigido de su esencia y desde su especificidad contribuir a la solución de los grandes problemas que padece la nación salvadoreña y latinoamericana; ha caminado la universidad en una dirección opuesta al movimiento de la realidad natural y social que le circunda, enclaustrándose en su propio claustro, creando y viviendo en una realidad distinta a la realidad en la cual está inserta.

Esta realidad imaginaria que la universidad ha inventado, producto de no buscar, de no construir la verdad científica que explique la realidad en todas sus dimensiones, que le permita al comunicar tal verdad, proyectarla con capacidad transformativa de esa realidad, todo en aras de la liberación del ser humano, de las mayorías empobrecidas que cada vez son más y más empobrecidas, como también de la conservación de este planeta y del mundo humano, que aceleradamente se le conduce a su fin total, la ha inducido a auto marginarse de los escenarios nacionales e internacionales.

En fin la nación salvadoreña, el pueblo salvadoreño extraña sobremanera aquella universidad de la época de oro de la Universidad de El Salvador; está en manos de los que la conducen y de los que la integran hacer cuanto antes que esa universidad con capacidad, comprometida y con eficacia de buscar, construir, comunicar y materializar la verdad científica, de esa verdad que libera, de esa verdad que combate la esclavitud y la corrupción en todos sus niveles y en todas sus formas de expresión, sea posible, pero para que se logre esto la misma universidad debe de liberarse de su esclavitud, de su corrupción, de la ineficiencia y de la ineficacia.

¿Será lo anterior posible?, es una pregunta que puede ser contestada únicamente por los miembros que integran la Universidad de El Salvador, sólo ellos saben si eso posible, y si lo es a que plazo será posible.

Mientras tanto la universidad sigue deambulando en un espacio y en un tiempo virtual, y la nación salvadoreña continúa sufriendo los embates de los que viven de la corrupción y para la corrupción, de la injusticia social y para la injusticia social.

La universidad actual, si es que tiene una existencia real, no la tiene como universidad, con suerte la tiene como institución educativa, pero no de nivel superior.

El Salvador, Centroamérica, 31 de marzo de 2016.

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