La campaña electoral: una inmensa cortina de humo que desorienta y confunde

Según fuentes periodísticas se han presentado cinco recursos de inconstitucionalidad contra la candidatura de Antonio Saca. La Sala de lo Constitucional ha admitido uno de ellos ¿por qué la Sala de lo Constitucional no aceptó los cinco recursos, uniendo las demandas como ha procedido en otras ocasiones? Se podría especular que ha empezado una estrategia de lento desgaste contra esa candidatura, iniciando un largo proceso de ir una por una, para mantener en vilo esa candidatura.

Aunque al final todos los recursos fuesen desestimados y se declarara que la candidatura impugnada es legal y constitucional, este tiempo significaría un desgaste de trabajo, imagen y ánimos en sus estructuras y seguidores.

Lo anterior es el último ejemplo de cómo en esta contienda electoral el campo de batalla se ha extendido hasta ciertas instituciones del Estado. Hay batallas electorales que se están librando en los juzgados por casos de corrupción. En la Corte de Cuentas de la República por expedientes escondidos durante muchos años para que prescribieran. En la Dirección Nacional de Medicamentos que ha ordenado el cierre de varias sucursales de una conocida cadena de farmacias. En el destape por parte de la Fiscalía General de la República de las irregularidades del caso CEL-ENEL. Los anteriores son solo los ejemplos más relevantes que han estremecido la opinión pública.

A lo anterior hay que agregar que los principales medios de comunicación han perdido la poca objetividad que han tenido tradicionalmente y ahora en forma descarada se alinean con su candidato favorito. Alterando y deformando la realidad y la esencia de los acontecimientos que informan. Las encuestas han dejado de ser un instrumento serio de las ciencias sociales que miden opinión pública para convertirse en instrumento de las estrategias electorales partidarias.

Lo anterior es consecuencia de que estamos ante un proceso electoral presidencial en el cual sus principales actores están jugandose el todo por el todo para conquistar la Presidencia de la República el próximo año. Pareciera que todos los recursos con los que cuentan los grupos de poder fáctico están siendo puestos a la disposición del triunfo electoral.

En este uso indiscriminado de recursos no ha escapado ni la propaganda sucia, que ha inundado los medios de comunicación y las redes sociales contaminando aún más el ambiente político-electoral.

Las víctimas de toda esta maniobra somos los millones de salvadoreños y salvadoreñas que el dos de febrero elegiremos al próximo mandatario. Pareciera que hay un enorme interés en que la conciencia ciudadana no pueda desarrollarse y como consecuencia no incida en el voto.

Lo que menos ha podido conocer la ciudadanía, en este maremágnum de basura propagandística y noticiosa, es la verdadera dimensión de las propuestas electorales. Nadie sabe a ciencia cierta cómo se crearán los cientos de miles de empleos que todos los candidatos ofrecen, no se conocen los planes anti delincuenciales en su total dimensión y sus posibilidades de volverse eficaces y eficientes frente a la grave ola de violencia y muerte que nos abate. Las políticas sociales, en un país donde los pobres somos la inmensa mayoría, están en el filo de la navaja, en cuanto a su continuidad, su sostenibilidad y sus alcances. No se conoce como se garantizarán las condiciones para que la economía crezca a niveles aceptables, que llegue la inversión extranjera y se construyan los motores de la productividad que nos vuelvan competitivos, al menos a nivel regional.

Lo que debiera ser el verdadero debate y contenido de una contienda electoral seria, que oriente al ciudadano en sus opciones de votos no aparece por ningún lado. Una espesa cortina de humo se extiende sobre el ambiente para que no veamos la profundidad de los problemas que padecemos y menos sus soluciones. Esta contienda electoral puede ser cualquier cosa menos una campaña educadora y orientadora que fortalezca la cultura cívica y el verdadero interés nacional.

De seguir así, la población votará en forma poco consiente. Será la emotividad y el interés inmediatista lo que privará en el momento del sufragio. Sería lamentable que gane la Presidencia de la República el que hizo más propaganda sucia, o el que logró eliminar por la vía judicial al contrincante, o el que vendió más publicidad. Esto sería lamentable para el futuro de nuestro país. En pocos meses tendríamos que reconocer nuestro error pero ya sería tarde.

Todavía estamos a tiempo de dar un vuelco de timón. Pedir esto a las cúpulas de dirigentes políticos o económicos, sería perder el tiempo pues es allí donde está el origen del problema. Solamente la voz y el actuar de la ciudadanía consciente pueden contribuir a ello. Ha llegado la hora de los ciudadanos conscientes, que con verdadero amor a la patria asumamos el rol de orientar. Ojalá seamos bastantes los que lo hagamos y hay espacios que podemos aprovechar.

Ayutuxtepeque, jueves, 21 de noviembre de 2013.

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