El problema somos nosotros, los salvadoreños

Hace unos pocos días venía con la familia de La Palma, Chalatenango hacia San Salvador y para nuestra mala suerte antes de incorporarme a la carretera rumbo a la capital, pasó un cortejo fúnebre que iba saliendo precisamente de La Palma e iba en nuestra misma dirección.
Iban cerca de 10 o 12 vehículos y nos incorporamos a la fila, a los pocos metros habían ya algunos vehículos tras el nuestro y los mas osados comenzaron a sobrepasarnos, yo fui pasando casi vehículo por vehículo aprovechando los pocos tramos rectos que dicha carretera tiene por lo que mi avance fue mas bien lento.
De pronto mi hijo que era quien conducía me dijo:
– ¡Que bárbaro ese camión, viene en contrasentido desde hace rato!
Efectivamente al voltear pude ver como el enorme camión venía en contrasentido y a gran velocidad sobrepasando vehículo tras vehículo y sin tener intenciones de meterse a la fila, pero afortunadamente un vehículo policial que estaba parqueado lo vio y al pasar de largo procedió a perseguirlo haciendo sonar la sirena, lo que hizo que todos nos hiciéramos a un lado para dejar pasar al vehículo policial, pero el temerario conductor del camión al parecer decidió darse a la fuga confiando en dejar atras al pickup policial.
Perdimos de vista a los dos vehículos pues el cortejo fúnebre siguió su solemne y relativamente lenta marcha.
Afortunadamente en esos momentos no venía ningún vehículo en sentido opuesto, porque hubiese sido una verdadera tragedia lo que hubiera ocasionado el irresponsable conductor del camión, al grado de que capaz mata nuevamente al difunto que venía en el carro fúnebre con todo y sus acompañantes.
Un par de kilómetros más adelante, vimos al camión ya detenido, orillado y al motorista con semblante compungido pero descarado.
Ojalá le hayan aplicado lo correspondiente a la infracción de tránsito, conducción temeraria y seguramente que iba bajo los efectos enervantes de alguna bebida o sustancia ilegal.
Dada la conmoción causada por el incidente, muchos de los que no acompañábamos al cortejo, optamos por seguirlo, ya que de todas maneras no es que fuera tan lento y llegamos así hasta el desvío de Amayo para Chalatenango, hacia donde el carro fúnebre se dirigió seguido de los vehículos acompañantes, mientras los demás tomábamos nuestras rutas hacia San Salvador o hacia La Nueva Concepción.
Esta mañana venía escuchando la radio y reportaban un tráfico horrible por todos lados, de hecho yo llegué tarde al trabajo, al igual que muchos otros amigos que llamaban a las radios quejándose del tráfico, de los malos conductores, de la policía que se encontraba dando paso en lugares donde había semáforo en funcionamiento, mientras otras zonas brillaban por la ausencia policial.
Yo sinceramente no creo que sea innecesario que la policía se ponga a dar vía en zonas con semáforo o en otros sectores que han sido identificados como cuellos de botella, porque lo que sucede en realidad es que los salvadoreños no tenemos ni la mínima cultura vial como para poder tener derecho a conducir un vehículo.
No respetamos semáforos, líneas amarillas, zonas restringidas, sentidos o señales de tránsito, basta que se vea un huequito en una fila de carros para que todos quieran meterse y adelantar así a los demás.
Cuando la policía nos detiene, protestamos porque en lugar de andar deteniendo a la «Gente Honrada» ellos deberían ir tras los mareros o los delincuentes, cuando en realidad somos nosotros los primeros delincuentes por no respetar las leyes de tránsito.
Si los policías se ponen en zonas señalizadas y con semáforos funcionando es porque los Salvadoreños somos tan mal educados que no las respetamos y armamos un caos en donde no debería hacerse, porque si la luz se está poniendo en amarillo en lugar de detenernos nos ponemos bloqueando la cruz calle para poder pasar en cuanto nuestra fila se mueva, mientras los demás conductores intentan meterse sin importar el color del semáforo que se vuelve en un simple disparador de colores al que nadie le hace caso.
Nos quejamos de la Policía, del gobierno, de los diputados, de la Sala de lo constitucional, del Tribunal Supremo Electoral, del FMLN, de ARENA, del CD, de todos los demás partidos políticos, de la Iglesia Católica, de la Evangélica, del Alianza, Águila o Fas, pero no nos quejamos de nuestra propia mala crianza e incultura.
Con el problema vial una solución que vengo proponiendo desde hace años es multiplicar por diez cada una de las multas actuales y añadirles castigos extra, además de buscar un mecanismo para monitorear e incentivar a los policías para que no pidan «mordida» o soborno, ya sea una comisión por multa o que estas pasen a formar parte de un fondo policial, enviarles falsos infractores para cazar a los que caigan en la tentación «mordelona».
Al cabo de un año, la cultura vial salvadoreña sería otra… otra vez peor quizá pero al menos habría dinero en las arcas del estado.

¿Y usted qué opina?

5 comments for “El problema somos nosotros, los salvadoreños

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