El miedo al miedo, los ataques de pánico.

Es un problema en extremo angustiante aparece de pronto y el que lo sufre experimenta un sentimiento de catástrofe inminente, entra en un estado de hipervigilancia con la angustiosa certeza e impotencia que viene la crisis, el corazón comienza a latir con desbocada actividad, el aire le hace falta y comienza a jadear, todos sus músculos entran en tensión, puede sentir dolor en el pecho por la taquicardia o el esfuerzo por respirar, piensa que el corazón le va a estallar y cree que es un infarto lo que le esta ocurriendo y esto lo asusta más, la palidez acude a su rostro, su boca se reseca, siente que las paredes de donde se encuentre se achican sintiéndose atrapado, tiene un irresistible deseo de salir huyendo y escapar a donde sea. Todo esto en un progresivo incremento hasta llegar al paroxismo de un terror aplastante que puede producir la sensación de que se esta muriendo. Luego como vino la crisis esta se va paulatinamente dejando a su victima confuso preguntándose que sucedió.

La persona acude donde el médico pensando en un infarto, este después de los correspondientes exámenes le da la buena noticia que su corazón esta perfecto, en vez de alegrarlo lo llena de estupor y al explicarle al doctor que sentía que se ahogaba lo mandan al neumólogo, quien también le informa que sus pulmones funcionan a la perfección y su condición general de salud es optima. El desasosiego va apoderándose más de la persona. ¿como es posible sentía que me moría y resulta que no hay nada?

El médico le informa que lo suyo es “psicológico” que lo va a referir con un psicólogo o psiquiatra, lo cual es una nueva fuente de angustia ¿me estaré volviendo loco?. Las crisis se vuelven cotidianas, las personas que lo rodean no saben como ayudarlo, con el tiempo y la frustración puede aparecer la depresión u otros problemas.

Lo anterior describe en alguna manera lo que es el trastorno de pánico, un problema que padecen muchas persona. Según el DSM 5 (La clasificación Gringa de enfermedades mentales):

Un ataque de pánico es la aparición súbita de miedo intenso o de malestar intenso que alcanza su máxima expresión en minutos y durante este tiempo se producen cuatro (o más) de los síntomas siguientes:

  1. Palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca.

  2. Sudoración.

  3. Temblor o sacudidas.

  4. Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.

  5. Sensación de ahogo.

  6. Dolor o molestias en el tórax.

  7. Náuseas o malestar abdominal.

  8. Sensación de mareo, inestabilidad, aturdimiento o desmayo.

  9. Escalofríos o sensación de calor.

  10. Parestesias (sensación de entumecimiento o de hormigueos).

  11. Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (separarse de uno mismo).

  12. Miedo a perder el control o de “volverse loco”.

  13. Miedo a morir

La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE – 10) de la OMS en términos similares se refiere al trastorno de pánico agregando lo siguiente:

Su característica esencial es la presencia de crisis recurrentes de ansiedad grave (pánico) no limitadas a ninguna situación o conjunto de circunstancias particulares. Son por tanto imprevisibles. Como en otros trastornos de ansiedad, los síntomas predominantes varían de un caso a otro…

En el espectro de los trastornos de ansiedad este en particular se distingue de otros trastornos precisamente porque no hay un disparador evidente, como el caso de las fobias y como todo trastorno de ansiedad presenta dos componentes claramente distinguibles (aunque pequemos de Cartesianos) un componente psicológico y otro fisiológico. Más adelante lo revisaremos con más detalle, puesto que es imprescindible comprender su mecanismo para luego poder “hackearlo” y así desactivar la ansiedad.

Habrá que partir de varios supuesto para entender el “mecanismo” del trastorno de pánico, (si comprendes el funcionamiento de algo, lo puedes manipular)

El primer supuesto es: La base de la Ansiedad es el Miedo, el miedo no es bueno, no es malo simplemente es necesario, pensemos por un momento como sería la persona “sin miedo”, la que no le teme a nada ni a nadie; pues sería el sujeto más imprudente al no temer nada se expondría a cualquier peligro, el miedo tiene la función de ser un sistema de alerta con el propósito de protegernos de cualquier riesgo o peligro, nos orienta a ser prudentes y precavidos en situaciones de algún tipo de riesgo, tanto así que en Australia se censuró un capítulo del programa infantil Peppa Pig en el que enseña a los niños a no tener miedo a las arañas. En ese país se encuentran las arañas más venenosas del mundo, un piquete puede acabar con la vida de cualquiera en minutos, por lo que cierto nivel de miedo en realidad resulta ser saludable.

El miedo tiene un componente psicológico: es la parte que interpreta que una situación o algo puede ser amenaza a nuestra integridad, un perro ladrando, los vehículos al atravesar una calle, un ladrón en el autobús son señales o estímulos que captamos con los órganos de los sentidos. La parte cognitiva percibe la amenaza y la interpreta esto enciende las alarmas, inmediatamente el cerebro establece asociaciones en áreas cerebrales que disparan toda una batería de sinapsis, glándulas, hormonas que disponen al cuerpo en un estado de máxima alerta preparando al cuerpo para la acción; el componente fisiológico: son los cambios que uno percibe en su cuerpo y tienen su razón de ser: en un caso de emergencia el organismo necesitará mayor energía por lo que el flujo de sangre tiene que aumentar, la aceleración del corazón busca precisamente eso, lo mismo con el oxígeno, por eso se respira más rápidamente, los músculos se tensionan, habrá zonas del organismo que en un momento podrán prescindir de mayor flujo de sangre, para concentrarla en las áreas más vitales, como en la piel y así mismo en caso de salir lastimado al haber menos sangre en la piel habrá menos hemorragia, de ahí la palidez y así sucesivamente cada reacción física va encaminada a prepararnos para dos cosas principalmente: escapar o defenderse de la posible amenaza. Sin embargo toda estas reacciones son experimentadas como sumamente desagradables. (si quieren profundizar en la fisiología pueden consultar acá)

El otro supuesto que hay que tener en cuenta es: El miedo no es innato, el miedo es aprendido. Uno no nace con miedo a las cosas u situaciones, lo que es innato es el aparato fisiológico asociado al miedo sin embargo son las experiencias las que nos dan la posibilidad de “aprender” a temer. Esto queda más evidente con las fobias, hay un evento asociado con el objeto, animal o situación que nos provocó un gran temor luego ante la presencia de ese objeto nos provoca la misma reacción. En el caso del trastorno de pánico siempre hay una situación concreta que provocó la primera reacción de miedo intenso, pudo haber tenido la experiencia de estar ahogándose en alguna piscina o el mar, quedar atrapado por un buen tiempo en algún lugar reducido, sintiendo la falta del oxigeno, experiencias de guerra, en fin, a veces incluso olvidadas por la persona. Otra fuente que puede provocar ataques de pánico, y esto es bastante frecuente, son las personas que trabajan con mucho estrés, por ejemplo en cargos gerenciales donde las presiones son el pan de cada día desarrollando un estrés crónico, el cuerpo se ve sometido continuamente a grandes presiones, mucho de estas personas pueden ser incluso “adictos a la adrenalina”. Llega un momento que la fisiología se dispara proporcionando una experiencia tan catastrófica que la persona incluso siente que se esta muriendo, basto solo un evento para que la persona “haya aprendido a tener miedo”.

O sea que si bien existen eventos que provocan el temor, lo que a la persona le genera malestar son las reacciones asociadas a ella y la interpretación que hace de ellas, si yo fui asaltado en cierto lugar es normal que sienta miedo durante el evento, mi integridad esta en peligro, pero si días posteriores paso por el mismo lugar y empiezo a sentir taquicardia, sudoración miedo y ansiedad, aunque en ese momento no hay peligro, sin embargo mi recuerdo provoca las mismas reacciones y estas reacciones son desagradables. Sin embargo si el miedo es aprendido este se puede desaprender.

El miedo que se alimenta de sí mismo: y acá vamos llegando al meollo del asunto, en el trastorno de pánico va formando un bucle o retroalimentación, después de la experiencia traumática, la persona queda en un estado de hipervigilancia, “teme” que la experiencia vuelva a ocurrir, o al experimentar una circunstancia similar a la que le provocó la crisis, comienza a gestarse una sensación de amenaza, el cuerpo le corresponde con su correspondiente fisiología, a su vez la parte cognitiva (mental) al percibir la aceleración de su metabolismo le “confirma” la amenaza, lo cual acrecienta el mismo temor “la amenaza se vuelve real”, lo cual dispara con mayor intensidad la reacción fisiológica y que a su ves incrementa el estado de miedo y así sucesivamente en un circuito cerrado hasta llegar al colapso, en pocas palabras en un miedo auto provocado.

Imaginemos a un niño que le teme a la oscuridad y se le manda precisamente a un cuarto oscuro para traes algo, a medida que se acerca su mente desbocada va imaginando todo tipo de horror que lo esta esperando (una mano peluda ligosa que le va agarrar por el calcañal) cuando llega a la puerta del cuarto ya no puede entrar porque está paralizado del miedo, pero si este supuesto niño piensa que puede pasar en la realidad al entrar en un cuarto obscuro (puede quebrar algo por ir tanteando, se golpea en el filo de algún mueble, patea la cola al gato o del perro etc) y lo compara con lo que ha imaginado vería la desproporción de ambas situaciones, resulta que el miedo que se volvió Godzilla solo es un globo inflado de puro aire caliente y este simplemente se derrumba.

En el caso de los ansiolíticos, estos operan a nivel fisiológico, metafóricamente hablando es un baldazo de agua fría al fuego fisiológico, la parte cognitiva deja de recibir la retroalimentación fisiológica por lo que se interpreta que el peligro ha dejado de existir, es decir el miedo muere por “falta de alimento”.

Lo interesante del caso es que esto puede funcionar por el otro lado: una vez un paciente que pasó ingresado mes y medio en el hospital, estando de alta en la casa comenzó a presentar los síntomas del ataque de pánico, la taquicardia, disnea, presión del pecho, sensación de amenaza inminente etc. en su casa no había nadie, los hijos en la escuela, la señora trabajando, su desesperación fue tal que salió de la misma y estando fuera se encontró con un corro de amigos “los vagos de la esquina” contando chistes y pasándola bien entre bromas, el entró en esa dinámica, de risas, burlas, como se decía antes “cambió de cassette” al rato volvió a la casa totalmente tranquilo su ansiedad había desaparecido. Lo que había sucedido en que al entrar a un ambiente de risas, jolgorio y amistad, su fisiología dejó de recibir por parte de su parte mental la percepción de amenaza, y el miedo termino “muriendo de hambre”, en este caso la risa es veneno para el miedo.

Si alguna vez leyó o vio las películas de Harry Potter, en el tercer libro El prisionero de Azkaban, hay una parte muy interesante que lo ilustra perfectamente, el profesor Lupin para entrenar a sus alumnos en la clase de “defensas de las artes oscuras” utiliza un “Boggar” un espectro cuyo poder estriba en aparentar lo que uno más teme y la forma de combatirlo es con el hechizo “Riddikulus”, al momento de aplicarlo hay que pensar en algo gracioso que afecte a lo que se teme y así a la araña de Ron le aparecen patines, Snape aparece con vestido de la abuela, «Lo que sirve para vencer a un boggart es la risa».

Si lo han diagnosticado con trastorno de pánico, ataques de ansiedad, puede combatirlo de dos maneras una es tomando ansiolíticos (preferentemente indicados por profesional idóneo), o desde el punto cognitivo, para esto tendrá que convencerse de que ese ataque no lo va a matar (tener esta certeza le va a restar alimento al miedo), simplemente es un miedo que ha salido de control, emociones distractoras o antagónicas van a “envenenar” al miedo. Cuando sienta que este comienza, si hay oportunidad buscar personas divertidas o alegres que lo distraiga, ver videos de gatitos graciosos en youtube puede cortar el avance del miedo, burlarse del mismo “ningunearlo” sirve para poner “cuñas en los engranajes del mecanismo del miedo” si se le corta “su alimento” este muere de inanición y termina por colapsar.

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