El maestro debe ser revalorizado, para que la educación avance

Me comentaba un amigo sobre el caso de una niña de secundaria, octavo o noveno grado que había desaparecido de su casa y luego de la zozobra familiar reapareció con que se había ido de “fin de semana” con el novio, universitario, se había teñido el pelo y realizado uno o dos tatuajes.

Indagando en el colegio descubrieron que un grupo de amigas estaban confabuladas en no decir nada del asunto a pesar de que sabían en donde y con quien estaba la chica, que al final fue expulsada del colegio además de que a sus compañeras les retiraron la matricula para el próximo año.

El colegio es uno de esos colegios “de monjas” y en reuniones académicas o con padres de familia, están altamente preocupados por la nueva generación de “chicas rebeldes” que se viene para los próximos años.

Comentan que varias maestras han renunciado porque se consideran incapaces de soportar la malcriadeza de las niñas que  irrespetan a los profesores debido a que saben que que éste no puede hacer nada por disciplinarlas, los colegios emplazan al maestro antes que al alumno, los padres de familia saltan indignados si un profesor castiga a un alumno o alumna, o si les ponen malas notas por disciplina.

Ser profesor se considera una profesión de segunda categoría en estos tiempos y a las carreras de profesorado llegan aquellos jóvenes que no se consideran aptos para las ingenierías o licenciaturas económicas, de salud, administrativas o mucho menos para doctorados en medicina.

Esto ha desvalorizado al maestro y las fuertes restricciones a su labor educativa los han coartado cada vez mas de tal manera que no tienen autoridad sobre sus salones de clase.

Existen algunas excepciones de profesores con auténtica vocación de mentores, que son capaces de ganarse el respeto y cariño de sus alumnos, que imponen su personalidad y dominan hasta los grupos mas díscolos de estudiantes, profesores que aún siendo muy jóvenes, han descubierto en el magisterio una verdadera vocación y la llevan adelante a pesar del hostil entorno en que se manejan.

Ya no se diga de los profesores que se han resistido a jubilarse y que traen el bagaje de una vocación realizada y completada desde hace muchos años.

Pero para los demás que no tienen estas aptitudes de forma natural, las entidades formadoras de educadores fallan puesto que no les desarrollan debidamente como competencias dentro de sus planes educativos.

Por otro lado en muchas instituciones educativas, sobre todo las privadas, pese a ser “sin fines de lucro”  el interés es estrictamente comercial por mantener a sus alumnos pagando sus cuotas, los dejan hacer a su voluntad por encima de la del profesor. Aunque todavía existen unas cuantas instituciones que a base de prestigio y calidad académica mantienen una gran tasa de aspirantes a ingresar y son estrictos en lo académico y en lo disciplinario.

Del lado público también podemos encontrar escuelas o institutos que gracias a su profesorado y dirección mantienen un excelente nivel educativo y sus plazas estudiantiles se convierten en objeto del deseo para muchos padres que aspiran que sus hijos tengan una buena formación.

La profesión magisterial debe revalorizarse, en los países nórdicos, que resultan estar a la cabeza en los índices de calidad en la enseñanza, el magisterio es una profesión muy respetada y prestigiosa, que exige una gran preparación académica y pedagógica a sus miembros y que les brinda a sus integrantes, satisfacciones no solo económicas sino de realización personal.

Esto logra que los estudiantes tengan muy buenos mentores y que su rendimiento sea superior a la media mundial.

Mantener a los estudiantes en la escuela se ha logrado en cierta medida con los subsidios escolares, pero ahora debe trabajarse con los profesores, debe revisarse sus escalafón salarial, sus prestaciones e impulsarse el respeto por su trabajo, ya que en sus manos están las nuevas generaciones de jóvenes y si no tienen la capacidad, motivación ni el respeto debido, será muy poco lo que puedan hacer para cambiar el rumbo de nuestro país.

En las instituciones privadas y públicas debe dársele al profesor la autoridad sobre sus aulas, sin llegar al castigo físico, que no debe permitirse bajo ningún concepto, pero si la potestad de amonestar a un estudiante cuando su comportamiento lo amerite, contando con el apoyo de la dirección y el respaldo de los padres de familia, ya que, como dijeron por ahí en el post sobre autoeducación, no se trata de dejar a los estudiantes a su libre albedrío, sin guía ni control, sino de que el profesor sea una figura orientadora que encamine a sus estudiantes a la superación de sus potencialidades.

Debe dase al profesor la valoración y respeto que se merece para que nuestro sistema educativo realmente despegue.

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