De San Hugo Chávez, revolución y el caudillismo

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Hugo Chávez es un caso difícil, no solo para San Pedro, sino para todos los que de alguna manera están pendientes del devenir político y social de los pueblos latinoamericanos.

Algunos, sino es que muchos, analistas políticos y económicos de tendencia marxista, al principio de sus gestiones, miraban con desconfianza el sistema que Hugo Chávez tenía en Venezuela, pero callaban, por su aparente éxito al restaurar la fe en el socialismo como modelo económico factible luego de la debacle soviética.

El alguna ocasión, alguien desde la izquierda, se atrevía a cuestionar su actuar y era inmediatamente pintado de traidor, vendido, ignorante, servidor del imperialismo, Caín Progresista y muchos epítetos mas, que terminaban por desacreditar al que osaba verter dichas dudas.

A buena parte de izquierdistas, creyentes y honestos, pero que desconocen elementos básicos de economía, Chávez les parecía el paladín de la justicia y la libertad, un Simón Bolívar resucitado con la misión de defender a los pobres del mundo.

Ciertamente Chávez logró cambios fundamentales en Venezuela, el principal de ellos haber nacionalizado el petróleo que antes de él, era explotado y usufructuado por las grandes transnacionales petroleras dejando las migajas de esa enorme fuente de riqueza en manos de una reducida oligarquía que acaparaba todo y que ahora es la mas acérrima enemiga del régimen.

Gracias a esta riqueza, Hugo Chávez pudo sostener programas sociales que han cambiado mucho a Venezuela, pero sin llegar a resolver sus problemas fundamentales ya que no se ha logrado un cambio estructural de la sociedad, pero aparentemente todo ha girado en torno al aura y carisma del líder de esta revolución bolivariana que se quedó sin líder visible y con una estructura de soporte administrativo que apenas se estrena sin el empuje del caudillo.

Como dije en el post dedicado a su muerte, yo nunca tuve admiración excesiva por Hugo Chávez, así como no la he tenido por ningún caudillo, porque considero que es un error basar un modelo económico o de gobierno en las decisiones de una persona, por muy capaz, carismática y honesta que sea.

Chávez pudo haber sido todo lo excelente ser humano que dicen que fue, además de brillante y carismático líder de masas, un revolucionario auténtico y lo que quieran, pero entronizarse en el poder siempre ha sido mala señal para cualquier pueblo, cuando todas las decisiones giran en torno a una persona se cometen errores, se abusa del poder, se "crean nuevas aristocracias" como decía Herbert, pero lo peor es que el modelo basa su existencia y sostenibilidad en la figura del caudillo, lo cual resulta ser un error, pues el tiempo hace mella hasta en las mejores constituciones físicas y así es que vimos a un Fidel llegando a la senectud arrastrando su revolución y dejándola en manos de otro caudillo tan anciano como él.

Roque escribió sobre la veneración a las figuras del proceso independentista salvadoreño y centroamericano como el "culto a toda esta pandilla de pendejos" que demuestran nuestra "catutería" mental, pero iguales palabras se puede dedicar a las nuevas pandillas de caudillos que surgen de algunas "revoluciones".

Nicolás Maduro hace un penoso ridículo elevando a categorías divinas a la figura de Hugo Chávez y muchos de nuestros políticos, en menor escala por supuesto, hacen otro tanto, y no es que sea malo tener caudillos ya que nuestros pueblos tienden a ser rebaños que necesitan guías, pero basarse en la capacidad y carisma de una sola persona para dirigir a una nación es un error, está bien en tiempos de crisis como hacían los romanos, pero se necesitan líderes al estilo de Lucio Quinto Cincinato que a pesar de que le otorgaban el poder de ser dictador cuando Roma estaba en peligro, él se despojaba de sus poderes y regresaba a su querido arado al terminar la crisis.

Hacen falta mas Cincinatos que Castros, Handales o que Chávez(s) y no se trata de caer en la oclocracia que tan bien nos describiera nuestro amigo Pacohuezo en sus artículos, los líderes son necesarios en toda sociedad, pero no se debe caer en el culto a la personalidad por simple pragmatismo si lo quieren, puesto que nadie es eterno y todos tenemos nuestro momento de plenitud y eventualmente caemos víctimas del tiempo y la edad, está bien que se respete y valore a la persona y a su legado, pero que se haga culto de ello no es inteligente, para muestra veamos a la Iglesia católica que constantemente se renueva y se reinventa, para mantener vigencia con los tiempos, recordando a sus grandes líderes espirituales con reverencia e incluso veneración, pero cambiando sus cabezas cuando hay que hacerlo, al menos ellos si saben como manejar el culto a las personas.

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