“Clash of Clans” o la adicción a lo virtual

Estaba comprando en el supermercado cuando me fijé que el joven que pesaba las frutas y verduras, alternaba el marcado de las etiquetas con algo que tenía bajo la báscula, me fijé bien y me di cuenta que era un teléfono celular tipo Smartphone con un tablerito que conozco bastante bien.

El chico estaba jugando Clash of Clans mientras trabajaba en estar pesando las verduras de los dependientes, me admiré de la habilidad del joven de mantenerse etiquetando los pesos de las frutas y verduras y al mismo tiempo lanzando ataques del clan, porque me imagino que se encontraba en guerra al ver la concentración que ponía en la pequeña pantalla.

Este juego lo conozco, no por que lo haya jugado, sino porque tengo muchos conocidos que lo juegan, incluido mi hijo y muchos de sus amigos que conforman un clan que entra en batallas, que a veces pierden aparatosamente o ganan esplendorosamente.

El juego me recuerda al viejo Age of Empires de Microsoft o incluso mas atrás en el tiempo a Sim City, en la que se crean y mantienen ciudades, pueblos o comunidades virtuales que de en recolectar riquezas y recursos para sobrevivir al ataque de potenciales enemigos.

CoC es un juego multijugador de la empresa Supercell radicada en Finlandia, en el cuál cada jugador crea su aldea y puede comenzar a crecer en recursos y capacidades tanto defensivas como ofensivas, se puede incorporar a un clan y luego de cierto tiempo lanzar ataques y guerras contra otros clanes, usando toda suerte de criaturas, guerreros, artefactos del mundo de la fantasía.

El juego básico es gratuito pero algunas mejoras o recursos especiales se pueden comprar a un “módico precio” y es ahí como el juego se monetiza, ya que algunos clanes están conformados por hijos de jeques árabes, por poner un ejemplo, que juegan a lo bestia y pagan cantidades fuertes de dinero para obtener mejoras y recursos extra.

La compañía Filandesa Supercell genera cerca de cinco millones diarios de ganancias exclusivamente de Clash of Clans, lo que indica el increíble volumen de usuarios que pagan por las mejoras, y según datos filtrados por ahí son casi 9 millones de jugadores que diariamente se conectan al juego a librar «épicas» e «indescriptibles» batallas.

Finlandia no sólo hace Teléfonos celulares de buena calidad, sino también es la sede de una auténtica máquina de hacer dinero.

Esto se logra gracias a la adicción que genera el juego en sus usuarios y hay documentados casos como el de George Yao un joven que recién se había graduado de economista y comenzó a jugarlo para compensar un poco su ostracismo social pero que su adicción al juego lo llevó a ser el jugador número uno en el ranking mundial, iniciando como jugador gratuito y llegando a gastar 250 dólares semanales en mejoras, hasta que un grupo de jugadores Turcos se ofreció a financiarlo al ser miembro de su clan y su obsesión se convirtió en trabajo que lo llevó en algunos momentos a jugar 48 horas ininterrumpidas, comprar cuentas de su clan, rebajar 9 kilos en pocas semanas, hasta que tocó fondo y se dio cuenta que estaba en un verdadero agujero negro en el que su diversión original se había convertido en un horrible, solitario y oscuro trabajo, logrando salirse apenas de esa espiral que lo consumía.

Aquí un poco más sobre George Yao.

Lo triste es que nuestros jóvenes apenas si ganan lo suficiente para financiarse un teléfono que permita descargar el juego e invierten mucho tiempo en esta distracción descuidando estudios, trabajos, amistades, amores y familia, sin la esperanza de ser “contratados” por clanes de millonarios árabes, japoneses o hindúes, ya que juegan sin comprar mejoras, porque apenas les alcanza para pagar la cuenta de su celular y su presencia es y será poco mas que mediocre.

La admiración por la capacidad del joven pesador de frutas en hacer varias cosas a la vez, se me desmoronó en la caja ya que había confundido unas frutas con otras y esto nos demoró algunos minutos en caja, pero yo no me había percatado de la razón de la demora y cuando mi esposa me lo mencionó, me vi tentado a comentárselo a la cajera, pero ya íbamos saliendo del supermercado y no me iba a regresar por eso, sin embargo, seguramente alguien si lo hará y entonces despedirán al joven quien, no tiene más aspiraciones que ganar lo suficiente para pagarse su teléfono y seguir jugando Clash of Clans, un verdadero vicio virtual.

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