A las puertas de las elecciones presidenciales

Con algo de retraso pero con la misma vigencia.

Por: Francisco Quintanilla

En la vida cada vez que el ser humano se enfrenta a diferentes acontecimientos: económicos, sociales, políticos, etc. se abre o abre ante si una serie de posibilidades. La apertura de posibilidades implica, por una parte, cerrarles las puertas a unas posibilidades y abrírselas a otras, y por otra, también exige de suyo, el poner en práctica una serie de capacidades mentales o prácticas, ya se para cerrar o para abrir posibilidades.

La apertura o cierre de posibilidades, es un proceso histórico, que el ser humano puede asumir consciente o inconscientemente. Si lo realiza en forma inconsciente, el ser humano es fácil presa de los designios de otro o de otros, que no se detendrán por ningún precepto moral, de hacer de él, un instrumento que puede utilizarse a su antojo y desecharlo cuando lo consideren conveniente. Si realiza la apertura o el cierre de posibilidades en forma consciente, el ser humano, se convierte en un sujeto activo, critico y creativo, capaz de construir su propio destino, o capaz de abrirle o cerrarles las puertas a otros, todo dependiendo de cuáles sean los propósitos de los otros que buscan penetrar en su subjetividad ya sea para potenciarla o para enajenarla.

La historia reciente en El Salvador, en lo referente a elecciones ya sea de alcaldes, de diputados o de presidentes de la república, ha estado plagada de una infinidad de procesos de manipulación y de engaño de la gente, valiéndose de los discursos que van de los menos a los más sofísticos, que van de los que más levemente se acerca a la realidad a los que más titánicamente se alejan de ella. Entre más se alejan de la realidad los discursos utilizados por los políticos que aspiran a ser elegidos para un cargo público, más capacidad intentan desarrollar estos políticos para presentar la realidad como ilusión y la ilusión como realidad, sometiendo a la población de votantes y no votantes a una especie de juego de Gallina Ciega, para atontar a la población.

Tantos han sido los engaños que la población salvadoreña ha experimentado en los escenarios electorales, que en estos momentos que la nación salvadoreña está a las puertas de unas nuevas elecciones presidenciales, ensombrecido por una enorme corrupción y por una crisis económica profunda, buena parte de la población bajo el proceso de ir descartando en forma progresiva y paciente a los mentirosos de los políticos, que han ido desde los que por su naturaleza son y han sido especialistas en matar, en asesinar la esperanza hasta aquellos que traicionado su naturaleza revolucionaria, intentaron asesinar la esperanza del pueblo salvadoreño con lujo de barbarie.

En este escenario, cargado de actos de barbarie de carniceros políticos, con aparentes radicales diferencias ideológicas, el pueblo salvadoreño se ha negado a perder, o a permitir que los bárbaros sepultureros, le entierren, lo que en última instancia permite que una persona o un pueblo entero, se niegue a morir: su esperanza.

Un escenario como este, donde la mentira vuela y se manifiesta con diferentes disfraces teñidos con una aparente dosis de verdad que rápidamente se despinta y se desdibuja, crea y presenta las posibilidades para que germine y se desarrolle un verdadero o un falso mesías.

Este mesías, falso o verdadero, tiene muchísimas posibilidades de ganar las próximas elecciones presidenciales en El Salvador, ya que la inmensa mayoría de los votantes y no votantes de este pueblo, al negarse a creer que la esperanza pueda morir o ha muerto absolutamente, o al negarse a aceptar o creer que dicha esperanza fue tragada, succionada y devorada por estirpes de políticos partidarios aparentemente con ideologías distintas, se la confiarán a este nuevo mesías, es decir, le otorgaran el beneficio de la duda.

En esta entrega del beneficio de la duda, y de tras de ella, de la esperanza de buena parte de la población salvadoreña, es urgente y necesario, que esta buena parte de la población salvadoreña salte de masa a convertirse en colectivo, de ganado en desbandada a domador, de sujeto pasivo a sujeto activo y creativo, para crear mecanismos, que de alguna manera garanticen, que no será de nuevo presa del engaño y del olvido, una vez que el nuevo líder con rostro de mesías llegue al poder.

El pueblo salvadoreño debe de esforzarse al máximo por tomar las riendas de su destino, y no permitir que un nuevo político, así como los antiguos, hagan de él, nada más bestia de carga. En esta titánica tarea e histórica lucha, instituciones como la Universidad de El Salvador, iglesias de avanzada y otras organizaciones políticas y académicas tienen mucho que decir y aportar, pero para ello, deben urgentemente, dejar y abandonar su conciencia liliputiense, y dar el salto histórico a la grandeza de su conciencia crítica, creativa y comprometida que están llamadas a tener y desarrollar, todo en nombre de la liberación real del pueblo salvadoreño.

La liberación real e histórica no es individual, ni la realiza un mesías individual ni mucho menos de uno cargado de muchas riquezas, ya que el rico sólo escucha a sus riquezas, y no a los clamores de un pueblo sufriente. La liberación integral del pueblo salvadoreño, es colectiva, y debe de nacer, de las entrañas de sus propios sufrimientos, porque solo el pueblo se salva así mismo.

Todos los elementos objetivos y subjetivos que ha ido mostrando la realidad salvadoreña en los dos gobiernos presidenciales del FMLN, concentrados en una especie de cabañuela, indican con todas sus señales, un tipo no de muerte ni de suicidio anunciado, si no de un entierro anunciado de este partido, entierro, que incluye al de su hermanastro, el partido ARENA.

Sólo un “milagro” político, de los más inesperados, podrá hacer, que el FMLN, como Lázaro, se levante y aprenda a andar de nuevo entre los pobres de este país. De hecho, ese milagro político, si es que ocurre alguna vez, no ocurrirá a corto tiempo, pasaran muchísimos años, para que el FMLN, sus integrantes, entienda que, para revivir, se debe despojar de la aureola de la arrogancia y opulencia neoliberal, y recuperar el halo de vida revolucionaria, que sólo los pobres, que es la inmensa mayoría, le pueden dar.

Mientras tanto, por una parte, si es que no hay fraude electoral, las condiciones están dadas para que el partido Nuevas Ideas, y su máximo representante, Nayib Bukele, que es un hijastro de los partidos de derecha y de “izquierda” ascienda al poder político. Y por otra, el pueblo salvadoreño, al igual que muchos países latinoamericanos, seguirá caminando y navegando en el valle de la muerte, como en los más de quinientos años que le han precedido desde la venida de los europeos a estas tierras a llevarse lo mejor y traer lo peor.

Como diría con niveles profundos de simbolismo y de conciencia latinoamericana, Gabriel García Márquez, ante esos más de quinientos años de opresión y de explotación, no sólo de europeos, sino también del oriente medio y del lejano oriente: aquellas estirpes condenadas a cien años de soledad, exigen definitivamente una segunda oportunidad.

El pueblo salvadoreño, no debe desperdiciar ni una oportunidad más, debiendo tomar con sus manos y sobre sus hombros y no confiárselo a otros, ni a traidores ni a extraños, la construcción y liberación de su propio destino.

El Salvador, Centroamérica, 12 de noviembre de 2018

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